Irán y Corea del Norte, las dos grandes piedras en el zapato de George Bush, marcaron la visita del presidente estadounidense a Hungría, donde ayer participó en la celebración del 50º aniversario del levantamiento contra los soviéticos. Altos funcionarios de la delegación de EEUU desplazada a Budapest se encargaron de apretar las tuercas a los gobiernos de ambos países, que recibieron sendas advertencias dirigidas a poner coto a sus constantes bravatas nucleares. En el caso de Pyongyang, una amenaza, y en el caso de Teherán, un nuevo ultimátum.

"Si el lanzamiento tuviera lugar, buscaríamos que Corea del Norte sufriera las consecuencias", declaró Peter Rodman, subsecretario de Defensa, en referencia a las informaciones que indican que el Gobierno norcoreano se dispone a lanzar un misil balístico de largo alcance, el Taepodong-2, violando la moratoria vigente sobre este tipo de pruebas. Rodman dijo que EEUU considerará "una provocación" el lanzamiento de este proyectil, advirtió a Pyongyang de que "cometería un error si lo hiciera" y dejó claro que "habría una reacción" por parte de Washington.

PREOCUPACION Responsables del Departamento de Defensa anunciaron el martes que EEUU había activado su sistema antimisiles ante la supuesta inminencia de la prueba --la autonomía de vuelo del Taepodong-2 le permitiría llegar a EEUU--, y ayer en Budapest todo eran preguntas sobre si el sistema sería efectivo en caso de ataque.

El consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, tuvo que admitir que el dispositivo "tiene una capacidad operativa limitada" y subrayó que, en el caso norcoreano, "la diplomacia es la respuesta correcta". Para equilibrar la balanza, el vicepresidente, Dick Cheney, salió a decir después que la tecnología de misiles norcoreana es "rudimentaria".

Las declaraciones de los estadounidenses coincidieron con los primeros pronunciamientos al respecto de China y Rusia. El Ministerio de Exteriores ruso citó al embajador norcoreano en Moscú para advertirle contra "cualquier acción que pudiera repercutir negativamente en la estabilidad regional", mientras que un portavoz chino explicó que su Gobierno está "muy preocupado por la situación actual". Pyongyang sigue desmintiendo las informaciones que apuntan a una prueba "inminente".

TRES SEMANAS DE PLAZO Sin amenazas de por medio, EEUU también hizo llegar un mensaje a Irán: la cumbre del G-8, prevista para el 15 de julio, marca el plazo de que dispone Teherán para contestar a la última oferta nuclear hecha por los miembros del Consejo de Seguridad y Alemania. Hadley reafirmó lo que dijo la víspera el presidente Bush: que el 22 de agosto, fecha que Irán se ha dado de plazo para responder, no es aceptable. El consejero de Seguridad Nacional reiteró que la República Islámica dispone de "semanas, y no meses", para hacerlo.

De nuevo, China y Rusia hicieron su aporte para aumentar la presión. Pekín pidió a Irán que responda "activamente" a los "esfuerzos de la comunidad internacional", mientras el Kremlin anunciaba que, si la respuesta tarda en llegar, endurecerá su posición "durante el debate en el Consejo de Seguridad".

En Hungría, Bush aprovechó la conmemoración del fallido levantamiento antisoviético para renovar su compromiso con la democracia en una zona que hace menos de dos décadas estaba bajo dominio de la URSS. "Traigo conmigo el saludo de una nación que admira vuestro coraje y vuestro deseo de seguir con el duro esfuerzo que se necesita para consolidar la democracia", señaló. Y aludió a Irak para afirmar que la libertad triunfará allí como triunfó en Hungría.