Esta misma semana, el presidente de EEUU, George Bush, prometió que actuaría más vigorosamente contra el apoyo de Irán a los insurgentes iraquís. Pero en realidad lleva haciéndolo desde el pasado otoño, pues los soldados estadounidenses destacados en Irak tienen permiso para capturar e incluso matar a los agentes iranís que encuentren en territorio iraquí, según reveló ayer The Washington Post.

"Si alguien trata de dañar a nuestros soldados, impedir que logren su objetivo o matar a civiles iraquís inocentes, lo detendremos", se apresuró a replicar Bush para justificar este permiso. Sin embargo, también aclaró muy cuidadosamente que "no es exacto" afirmar que los militares estadounidenses vayan a penetrar en territorio iraní en persecución de sus agentes. Tal entrada en Irán llevaría implícito el grave peligro de expansión del sangriento conflicto iraquí a su vecino, que preocupa profundamente en amplios sectores políticos de Estados Unidos.

El permiso para detener o matar a iranís en Irak se limita a agentes de espionaje o miembros de la Guardia Revolucionaria iraquí y excluye a civiles y diplomáticos, según explicó el citado diario. Además, añadió que desde hace más de un año, los soldados estadounidenses en Irak han detenido a docenas de iranís, los han retenido durante unos días y se han quedado con sus huellas dactilares, fotografías y muestras de ADN. Estados Unidos acusa a Irán de estar ayudando a la insurgencia iraquí, particularmente a los chiís, no solo con agentes sino también proporcionándoles bombas.

Mientras Bush defendía en Washington su mano cada vez más dura en Irak y el nuevo despliegue de soldados que ha decidido, Pelosi, presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, se desplazó a ese país acompañada por una delegación de seis congresistas, para comprobar la explosiva situación en la que se encuentra. Pelosí se entrevistó ayer en Bagdad con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki.