El Cairo volvió a ser ayer la ciudad de los grandes atascos, el ruido ensordecedor, los mercados abarrotados de gente y los cafetines llenos de vecinos tomando té, fumando narguile o jugando al backgamon. Los cairotas salieron en masa a la calle para ir al banco, abastecerse de alimentos y desplazarse al trabajo en sus vehículos particulares o en transporte público, después de 12 días de parálisis de la actividad económica.

Se acabaron, por el momento, los grupos de autodefensa vecinal y los civiles que se dedicaron durante los días de la revuelta a dirigir el caótico tráfico para sustituir a la temida policía egipcia, que tímidamente ya va saliendo de sus comisarías. El ambiente que se respiraba ayer en la capital egipcia apenas tenía que ver con el de las jornadas previas al 25 de enero, cuando estalló la revuelta contra el presidente Hosni Mubarak. La maquinaria represiva del régimen, que se ha dedicado a humillar y abusar a la población durante 30 años, ya no está tan presente. "Hemos cambiado nuestro destino", dice Aldelhamid, que regenta un comercio de venta de alfombras junto a las pirámides de Giza, antes llenas de turistas y hoy solitarias. Este comerciante afirma que "Mubarak dejará el cargo el mes de septiembre y el Partido Nacional Demócrata el del poder ha sido descabezado, incluido el hijo de Mubarak, Gamal. Hemos conseguido lo que nunca antes ni siquiera hubiéramos soñado. Hace 30 años que buscábamos conseguir una cosa así, tan grande", decía emocionado.

Por eso Abdelhamid, y como él muchos egipcios que participaron en las primeras revueltas, no entiende cómo aún hay manifestantes en la plaza de Tahrir. "Parece que no se den cuenta del daño económico que están haciendo", señala para, inmediatamente, añadir: "Pretenden que el sistema cambie en un abrir y cerrar de ojos, pero eso no es posible. Si el poder no cumple sus promesas de reformas, que los de la plaza de Tahrir no lo duden: volveremos a la lucha en la calle. Ya hemos aprendido a perder el miedo".

Los medios oficiales no se cansan estos días de acusar a "agentes extranjeros" de manipular a los resistentes de Tahrir. De hecho, desde hace dos días, en la plaza solo pueden entrar los extranjeros que acrediten que son periodistas. "Nos han dicho los militares --asegura uno de los guardianes que cachea a las personas que acceden al recinto-- que estos días se han infiltrado espías de otros países". Abdelhamid está convencido de que son "iranís y palestinos de Hamás". "No solo lo digo yo, sal a la calle y pregunta a la gente".

Conspiraciones aparte, lo cierto es que la unidad del movimiento del 25 de enero se ha roto. Sin embargo, a Manal, una joven activista laica de Tahrir, parece no preocuparle demasiado. "Creo que el regreso a la vida normal nos beneficia", asegura, para añadir: "Ha sido la policía y los matones de Mubarak los que han provocado el caos en el país". Pero esto a Abdelhamid le tiene ahora sin cuidado. Lo que le preocupa es que el sector turístico, el que le da de comer a él, a su familia y a miles de egipcios, está hecho añicos. "Costará, si todo va bien, al menos un año para empezar a recuperarnos", explica.

Desolación en los hoteles

Los hoteles de la zona, como el Meridien o el Mena House, los dos a tiro de piedra de las tres pirámides, presentaban ayer un aspecto desolador, así como los restaurantes y comercios dedicados a la venta de productos a los turistas. "Para el sector turístico es peor que los atentados terroristas", dice Manal. "Nosotros estamos luchando por la libertad de todos los egipcios, y la libertad siempre tiene un precio", argumenta, sentada no lejos de uno de los carros de combate que bloquea una de las entradas a Tahrir. "Exigimos la dimisión y el exilio de Mubarak, y no abandonaremos la plaza hasta que logremos nuestro objetivo", afirma.

Abdelhamid y Manal luchan por el mismo objetivo, pero apuestan por caminos diferentes. En todo caso, los dos no dudan en afirmar que hoy se sienten mucho más libres que el pasado 24 de enero, la víspera de una de las revueltas más extraordinarias y fascinantes en la historia del mundo árabe.