Horas antes de que Chile recuerde este miércoles el 40º aniversario del golpe militar de Augusto Pinochet, la expresidenta y candidata a las elecciones presidenciales del próximo noviembre, Michelle Bachelet, ha regresado junto a su madre, Ángela Jeria, al lugar donde permanecieron detenidas y fueron torturadas tras el golpe que Pinochet encabezó en 1973 para derrocar al Gobierno de Salvador Allende.

El acto, uno de los que recuerdan a las víctimas de la dictadura chilena, ha tenido lugar en el Parque de la Paz Villa Grimaldi, como se llama actualmente el antiguo centro de exterminio y tortura, que es administrado por los supervivientes. En la ceremonia se ha rendido homenaje a los 229 prisioneros asesinados o hechos desaparecer en ese lugar. Bachelet no ha podido evitar emocionarse y al final ha dejado un clavel rojo en el Muro de los Nombres.

En ese muro, bajo el verso de Mario Benedetti "El olvido está lleno de memoria", están grabados los nombres de los prisioneros ejecutados o desaparecidos en el lugar, denominado Cuartel Terranova por la policía secreta de la dictadura y que enfrenta a los primeros cerros de la Cordillera de Los Andes, en el sector santiaguino de Peñalolén. Según datos oficiales, fueron 4.500 los prisioneros políticos que pasaron por la Villa Grimaldi entre 1973 y 1977.

La herida de la dictadura

"Una herida si está sucia y contaminada no se cura", ha señalado tras el acto Bachelet, cuyo padre, un general de la Fuerza Aérea que se opuso al golpe de Pinochet, murió en la cárcel en marzo de 1974, a consecuencia de las torturas que sufrió en cautiverio. "He vuelto en calidad de superviviente e Villa Grimaldi, lo que por un lado trae a la memoria todo lo que vivieron tantos miles de compatriotas, hombres y mujeres, y por lo tanto, como lo hemos señalado en estos últimos días, la necesidad de seguir avanzando en un reencuentro que solo es posible sobre la base de la verdad y la justicia", ha subrayado la dirigente, que ha insistido en la necesidad de "avanzar en la verdad, la justicia, la reparación y en un compromiso por un nunca más" para superar la herida de la dictadura.

La reconciliación es un capítulo pendiente de Chile. Prueba de ello es el hecho de que el Gobierno derechista y la oposición de centroizquierda que lidera Bachelet han conmemorado de forma separada la efeméride. Coinciden en reclamar verdad y justicia, pero ambas fuerzas están divididas sobre la responsabilidad que cada bloque tuvo en las circunstancias previas a la asonada.

El presidente del país, Sebastián Piñera, en un acto celebrado en el Palacio de La Moneda, y Bachelet han escenificado la brecha entre ambos bloques. Ambos han señalado que las violaciones de los derechos humanos son injustificables, pero mientras Bachelet afirma que el golpe solo es responsabilidad de quienes lo cometieron y lo justificaron, Piñera considera que existen responsabilidades compartidas, aunque no equivalentes.

Las "responsabilidades compartidas" de Piñera

Ante integrantes de los partidos oficialistas, que reúnen a sectores que estuvieron junto a Augusto Pinochet y aún lo defienden, Piñera ha señalado que el Gobierno del socialista Salvador Allende (1970-1973) "quebrantó la legalidad y el Estado de derecho". A su juicio, en ese periodo "el resquebrajamiento de la democracia y las malas políticas públicas fueron generando un creciente caos político, económico y social". "Ello no significa, por supuesto, que todas las responsabilidades sean equivalentes, pero sí que fueron mucho más compartidas de lo que algunos todavía sostienen", ha afirmado.

"Algunos quisieran creer que toda la responsabilidad recae en quienes cometieron u ordenaron cometer las violaciones a los derechos humanos", ha señalado el presidente, que considera que "también tienen responsabilidad aquellos que no respetaron el Estado de derecho y promovieron la intolerancia, el odio y la violencia".