Suiza es un país que legisla a golpe de referendo, obligatorio para modificar la Constitución o ratificar tratados internacionales. Cuando el Parlamento promulga una ley de carácter general, la convocatoria del referendo es facultativa. Hacen falta 50.000 firmas en 90 días para poder celebrar la consulta, cuyo resultado es vinculante. Si la iniciativa legisladora sale de los propios suizos, hacen falta entonces 100.000 firmas a reunir en 19 meses para organizar la consulta, cuyo resultado también es vinculante.

El recurso al referendo convierte al sistema político suizo en el más abierto a la partipación directa del pueblo en el proceso legislativo. El sistema ha sido bautizado como de "democracia directa".