El presidente mexicano, Felipe Calderón, dio una nueva vuelta de tuerca a la guerra que sostiene contra los cárteles de la droga en el mismo lugar donde la inició hace dos años y medio: su estado natal de Michoacán. En plena campaña electoral cara a las elecciones legislativas que en julio marcarán la mitad del sexenio, el Ejército y la fiscalía general detuvieron el martes a 11 alcaldes de importantes localidades michoacanas, así como a un juez y 17 funcionarios estatales, por su presunto apoyo al cártel de La Familia. El operativo antidrogas, dirigido ahora contra autoridades electas, era un aviso para navegantes que puso muchos bigotes y barbas a remojar.

Los detenidos pertenecen a los tres grandes partidos: el oficialista Acción Nacional (PAN), el amenazante Revolucionario Institucional (PRI) y el de la Revolución Democrática (PRD).