«El sol y la calidad de vida son más poderosos que el brexit». Steven acaba de llegar a su segunda casa, la que este inglés tiene en la localidad alicantina de Llíber, y está seguro de que el próximo 31 de enero, la nueva fecha límite del brexit, no cambiará mucho ni su vida ni la de los miles de compatriotas que viven en España. Cree que el buen clima de la costa mediterránea podrá más que la salida de la UE.

Suzanne, también inglesa, es concejala de residentes en este pequeño pueblo de La Marina Alta y confirma: «Nadie habla de irse, yo misma no volvería nunca». También hay otro punto en el que asegura que todos coinciden. «Los británicos están aburridos del proceso y no les importa tanto cómo acabe sino que acabe ya», confirma. «Estamos hartos», apunta su vecino.

En la tranquila plaza de Llíber, el brexit es tema de debate desde hace meses. No es casualidad. En Alicante residen más de una cuarta parte de los británicos que viven en España. Con 69.289 residentes (según el padrón del 1 de enero del 2019) es la provincia que más acoge, con mucha diferencia sobre Málaga, que es la segunda con 47.193.

Además, este es uno de los 21 municipios españoles en los que los extranjeros son mayoría. Aquí lo son 729 de los 1.051 vecinos, un 69%, y de ellos 466 son británicos. Pero Suzanne avanza que esa cifra ha crecido y ya supera el medio millar. Eso quiere decir, por ejemplo, que en las próximas municipales más de la mitad del pueblo no podría votar, explica.

«Desde hace meses, gente que lleva 10 o 15 años viviendo aquí pero que no tenían ningún papel y que conducían con el carnet inglés y accedía a la sanidad con la tarjeta sanitaria europea ha empezado a empadronarse», cuenta. Explica que la mayoría vivían así para no tener que hacer la declaración de la renta.

Con muchas dudas

Pero ahora esos compatriotas no residentes, cuenta, «solo van a poder estar 90 días en la UE de cada 180, y tendrán que estar tres meses fuera antes de volver». Steven, que viene un par de meses en primavera y otros dos en otoño, admite que no sabe si en el futuro podrá alargar sus estancias pero cree que los dos gobiernos firmarán un acuerdo que dará cobertura a los ciudadanos que residen en el otro país. «España necesita a los ingleses que viven aquí y se gastan el dinero», desliza.

«De momento, el Gobierno español ha firmado un acuerdo para continuar ofreciendo el servicio de salud hasta el final del 2020, pero el Gobierno británico aún no lo ha hecho, dice que lo tiene que hacer con los 27», recuerda Suzanne, que afirma que la gran preocupación de los británicos en España es el acceso a la sanidad y remarca que la realidad de las dos emigraciones no es comparable. «La mayoría de los españoles en el Reino Unido están trabajando y contribuyen al sistema, hay pocos jubilados. Aquí es al revés. El trato no será el mismo», advierte.

Miedo al futuro

Pero Suzanne apunta también a las pensiones. «Hace un rato me ha llamado una vecina, que ha recibido una carta del sistema de pensiones inglés en la que le decían que el Gobierno continuará pagándolas y ajustando los incrementos anuales hasta el 2023. Es decir, que no sabemos después qué va pasar», lamenta.

A menos de 50 kilómetros, en la turística Benidorm, Steve, camarero en el bar de uno de los hoteles de la zona guiri, le da la razón. «Sé de gente que ha vuelto al Reino Unido por la incertidumbre, por no saber qué va a pasar. Hay problemas, por ejemplo, con las mascotas porque cuando se vuelve de fuera de la UE con animales pueden tener que estar hasta seis meses en cuarentena», apunta.

Morag, una escocesa que también trabaja en un bar en la playa de Levante, lleva 12 años en España. El otro día ya se llevó un disgusto en el banco. «Fui a abrir una cuenta y me dijeron que no, que hasta que no pase el brexit no hacen nuevas. Algo de miedo tengo», admite. «Creo que nadie sabe lo que va a pasar realmente», afirma. En eso también coinciden todos.