y libre". Y esto significa levantar el estado de excepción, reformar la Constitución y celebrar elecciones libres y democráticas. Toda una declaración de intenciones y una hoja de ruta de una transición que no podrá llegar a buen puerto sin la participación de todos los partidos políticos y demás movimientos de la oposición, entre ellos los Hermanos Musulmanes, los islamistas moderados que hasta ahora se consideraba la principal fuerza opositora. "Este es el día de la victoria del pueblo egipcio", dijo uno de sus portavoces. "El principal objetivo de la revolución se ha cumplido", añadió. El premio Nobel de la Paz y exdirector del Organismo Internacional de la Energía Atómica Mohamed el Baradei, que en algún momento se perfiló como catalizador del movimiento reformista, afirmó emocionado: "es el día más grande de mi vida".

En esta revuelta, los líderes políticos han mantenido un perfil bajo, para no robar protagonismo al pueblo en la calle, sobre todo a los jóvenes del país, los auténticos promotores de la revolución. Ha sido la generación de las webs, los blog, el Facebook y el Twitter, la clave en la caída de Mubarak. Con sus denuncias de las torturas, la corrupción y el abuso de poder, los guerrilleros online del siglo XXI han conseguido que millones de egipcios perdieran el miedo y se echaran a la calle, como hicieron los tunecinos.

Los resistentes de Tahrir no se olvidaron en el "día de la victoria" de recordar y honrar de manera especial a las más de 300 personas que han muerto en esta revuelta, a los que ya se les conoce como los "mártires de Tahrir". Porque en esta rebelión, reivindicativa y sobre todo pacífica desde que estalló el pasado 25 de enero, los únicos que han hecho uso de la violencia han sido los matones del régimen, que durante dos días intentaron crear el caos y sembraron el terror en la capital y en otras ciudades del país. "Bienvenido al nuevo Egipto", dijo una madre de familia entre sollozos a este enviado especial poco después de conocer la dimisión de Mubarak. Los egipcios se sienten hoy por fin libres y no parece que estén dispuestos a que nadie les robe el sueño. Es el pueblo el que ha tumbado a Mubarak.