En un fallo de gran importancia tras seis años de debate, el Tribunal Supremo israelí ordenó ayer al Estado reconocer las conversiones al judaísmo, llevadas a cabo por los Conservadores y Reformistas. Esto implica que los ortodoxos, que mantienen el monopolio del ciclo religioso de los judíos en Israel --bodas, divorcios...-- pierden la potestad de decretar quién es judío.

Según la ley del retorno de Israel, tienen derecho a vivir allí toda persona cuya madre sea judía o se haya convertido al judaísmo. Por eso, las conversiones practicadas por rabinos conservadores y reformistas, mayoritarios entre los judíos de EEUU, Europa y América Latina, se reconocerán y no serán ratificadas por una corte rabínica ortodoxa. Los fondos públicos que hasta ahora se repartían sólo los ortodoxos se dividirán entre las diversas corrientes.