A ninguno le gustó volver, pero todos lo hicieron por precaución y amor a la vida. Nada más salir del avión, les esperaba un cartel que decía: "Bienvenidos a España". Y tanto. Los 116 españoles que aterrizaron ayer en la base militar de Torrejón de Ardoz (Madrid) --residentes o turistas en el Líbano-- no escatimaron adjetivos para criticar a los responsables "del infierno" que han dejado atrás.

Tras salir del avión --fletado por el Ministerio de Defensa-- algunos optaron por no hablar. La indignación y el cansancio pudo con ellos. A otros se les escapaban las lágrimas. Y otros, como Manuel Rincón, despotricaron contra Israel por ser "un país poderoso y caprichoso que está atacando a otro, que no se puede defender porque tiene un ejército de juguete".

"Ves los destellos rojos"

Rincón --casado y con dos hijos pequeños-- lleva cinco años viviendo en Beirut, donde trabaja como cooperante de una oenegé. "No os podéis imaginar cómo suenan las bombas", comentó a los periodistas.

"El ruido es insoportable. Ves los destellos rojos y es horrible. Después de la noche del bombardeo, la más horrible de mi vida, dije a mi familia que debíamos irnos y contacté la embajada", añadió. A Rincón le gusta Beirut, pero, sobre todo, le gusta vivir.

Tras asegurar que "no hay nada" capaz de frenar las bombas israelís, Rincón no disimuló su amor por el Líbano. "Beirut es una ciudad alegre, maravillosa, tranquila y segura. Y ahora no es nada. No hay luz, tampoco hay agua...", se lamentó.

El cooperante añadió que, en unos días, Israel se ha cargado todo el trabajo de cooperación que él y otros como él llevan realizando desde hace años en la región. "Ahora, otra vez, hay que partir de cero. Y es una lástima porque la gente está ya muy desmotivada con la situación actual", concluyó.

A su lado, Nura El Sayed Rodríguez --de madre española y padre libanés-- prefirió guardarse para sí misma sus comentarios políticos sobre el "brutal" ataque de Israel a la ciudad en la que lleva viviendo 22 años.

Ni ella ni ninguno de sus forzados compañeros de avión olvidarán la imagen de cientos de personas andando por las carreteras, huyendo de un país "maravilloso". "Es una vergüenza", comentó Amaya.