Irán celebra hoy las elecciones presidenciales que han despertado más expectación, interés y entusiasmo en los 30 años de historia de la República Islámica. El actual presidente, el ultraconservador Mahmud Ahmadiyead, que opta a la reelección, se mide en las urnas con otros tres candidatos, aunque solo uno, el reformista Mir Husein Musavi, puede desbancarlo del asiento de jefe del Estado que ha ocupado en estos últimos cuatro años.

Todo parece indicar que serán unas elecciones muy reñidas, en las que reinará la incertidumbre hasta el último momento, cuando se den a conocer los resultados. En el caso de que ninguno de los aspirantes obtenga el 50% más uno de los votos, los dos candidatos mejor clasificados celebrarán una segunda vuelta.

DISCURSO POPULISTA Por lo que se ha visto durante la campaña electoral, al menos en Teherán, Ahmadineyad, que llegó a la presidencia en el 2005 con un discurso populista y con la promesa de recuperar los principios de la revolución islámica, no lo va a tener nada fácil para renovar mandato. Musavi se lo ha puesto muy complicado.

El que fuera primer ministro en la década de los 80, durante los duros años de conflicto armado entre Irán e Irak, ha conseguido hacerse con el apoyo de los iranís que desean un cambio de rumbo en el país, sobre todo en lo que se refiere a política econó- mica y al régimen de libertades. Durante la noche del miércoles, cierre de campaña, una auténtica marea humana recorrió las calles de la capital para mostrar su apoyo al candidato reformista. Nunca en anteriores elecciones se había visto nada igual.

Aunque en Irán el poder recae en el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, que es el que toma en última instancia las decisiones más importantes como las relación con Occidente o el dosier nuclear, entre otras, que siga Ahmedineyad u ocupe su lugar Musavi, es vital para el sector de la población más liberal, sobre todo los jóvenes, los intelectuales y muchas mujeres que luchan por sus derechos.

LA PRIMERA VUELTA Aunque a priori alejados de cualquier posibilidad de éxito, los votos que obtengan los otros dos candidatos, el ultraconservador Mohsen Rizai y el reformista Mehdi Karrubi, el único clérigo en liza, pueden ser muy importantes en las elecciones de hoy. A Ahmadineyad le interesa ganar en primera vuelta, porque, en caso contrario se le complicarían mucho las cosas. El apoyo en votos que reciba Rizai, del sector también más duro, le puede privar de su principal objetivo.

Según algunos analistas, los ultraconservadores descontentos con la gestión económica votarán por Rizai, con la tranquilidad de que haciéndolo no traicionan sus principios ideológicos. "Si Ahmadineyad continúa con su camino, llegaremos hasta el borde del precipicio", dijo durante la campaña electoral Rizai, excomandante del cuerpo de los Guardianes de la Revolución.

La bajada espectacular de los precios del petróleo, unido a una gestión realizada a golpe de subsidios ha dañado la economía del país. La inflación se ha disparado, así como el desempleo. La crisis se ha convertido en una pesadilla para Ahmadineyad y es la principal preocupación de los 70 millones de iranís.