La avenida de la Madre Teresa de Pristina huele a pintura. Los edificios han sido acicalados estos días y luce pavimento nuevo. En esta calle está todo: el Gobierno, el Parlamento, el Tribunal Supremo y las sedes de las organizaciones internacionales. Aquí, Kosovo proclamará unilateralmente su independencia de Serbia. Pronto, aunque no hay fecha. Pero la población vive como si el país ya fuera independiente.

Unos están eufóricos. Son los albanokosovares, que representan el 90% de los dos millones de habitantes de Kosovo. La alegría se percibe en los bares, en las tiendas y en la calle. Los más radicales, los ultranacionalistas albaneses del movimiento Vetvendosje (Autogobierno), han sembrado Pristina de pintadas contra la UNMIK, el Gobierno interino de las Naciones Unidas. Piden que se vayan la ONU y la UE, y la expulsión de los serbios.

LLAMADA A LA CALMA La euforia es grande en casi todas partes. Esto ha obligado al primer ministro kosovar, el exguerrillero Hashim Thaci, a pedir en televisión calma. "Es momento de alegría, pero al mismo tiempo de serenidad", dijo. Otros miembros de su Gobierno han solicitado a los habitantes de Pristina que rechacen manifestaciones espontáneas y participen solo en los actos oficiales en cuatro puntos de la capital, en los que habrá fuegos artificiales. El Ejecutivo kosovar se ha gastado un millón de euros en los preparativos para festejar la independencia. "Puede haber excesos, pero no una guerra", agregó Thaci.

Los poco más de 100.000 serbios (el 5% de la población) viven angustiados. En el pueblo de Kosovo Polje, en el centro de Kosovo, se podían ver ayer letreros de casas en venta, y sus habitantes no escondían su desasosiego. Y en Mitrovica, los ultras serbios amenazaron con levantar un muro si los albaneses de Kosovo proclaman la independencia. "Si Mitrovica responde, tememos que quemen nuestras casas. Ellos están en el norte, pero nosotros estamos rodeados de albaneses", afirmó ayer a este diario un campesino de Kosovo Polje.

De momento, los policías y soldados del UNMIK --600 de ellos españoles-- mantienen la paz, pese a las bravuconadas de los radicales de ambos bandos.

MISERIA Entretanto, unos y otros viven en el umbral de la miseria. La tasa de paro es del 45%, según datos oficiales. Kosovo vive de subvenciones de 16 organismos internaciones. "A la ONU solo le falta repartir las cartas", dice un responsable de su staff en Kosovo. Un matrimonio con dos hijos necesita unos 500 euros para vivir. La mayoría cobran 200 euros del Gobierno local o de Serbia, y el resto lo obtienen en la economía sumergida o de parientes en el extranjero.

Las minas están paradas, el campo está abandonado y la industria es casi inexistente. La principal fuente de ingresos son los servicios, alimentados por los 2.500 funcionarios de instituciones internacionales que estos días preparan sus maletas.