Las aulas de la Universidad Al Mustansiria de Bagdad bullen de vida, y los pasillos son un ir y venir constante de estudiantes. Como en cualquier sitio repleto de gente joven, el nivel de ruido alcanza un par de decibelios más que en los alrededores debido, sobre todo, a las explosiones de risa y a las conversaciones en voz especialmente alta.

Chicos y chicas, ellas, en su mayoría, con un pañuelo cubriéndoles el pelo y ellos, todos, con camisas blancas y pantalones negros, viven un día más de su vida de estudiantes universitarios. Y lo hacen con tranquilidad, como si la amenaza de un ataque estadounidense no tuviera nada que ver con ellos.

LA CURIOSIDAD

La alegría y las ganas de vivir que desprenden son las mismas que pueden encontrarse en cualquier campus europeo. O incluso más, pues muchos de estos jóvenes, cuando ven un extranjero, se acercan y se presentan educadamente sólo para mantener una conversación, por hablar, por conocer. En su forma de hablar y de preguntar se les descubre un espíritu tan curioso como inocente, no se les detecta ni un sólo ápice de sentimiento antioccidental y sí un ansia de conocer eso que llaman Occidente.

En los corrillos de estudiantes no se respira un especial nerviosismo. "Aquí todo sigue como siempre, la vida sigue su curso normal", dice Anuar Kadem, un joven de Literatura Inglesa con la cara cuajadita de acné juvenil y un bigote incipiente. "La amenaza de EEUU --reconoce-- no me afecta, pues, sinceramente, ni siquiera pienso en la guerra".

TRANQUILIDAD ESTUDIANTIL

"Que haya un ataque no me pone nervioso y ni siquiera me influye a la hora estudiar, puedo concentrarme igual de bien que si no hubiera ataque", comenta Alí Husein, un estudiante de Matemáticas.

¿Cuál es la explicación a esa calma que se vive no sólo en la universidad si no en todo Bagdad? "Para otra gente quizá sea difícil vivir en una situación así", dice Alá al Harbi, catedrático de Historia en esta universidad. "Para nosotros, vivir bajo esta amenaza es fácil. Estamos acostumbrados a la guerra y no nos da miedo ningún ataque", explica orgulloso en su despacho, en cuya pared cuelga una foto donde se le ve a él en posición de firmes junto a un presidente, Sadam Husein, con cara de agobio ante tanta foto.

SIN MEDIDAS ESPECIALES

La administración de la universidad asegura que ni siquiera ha tomado disposiciones especiales de cara a un posible bombardeo. "No hemos preparado nada, ni cambiado papeles ni documentos de sitio", explica Mariam, una funcionaria, que avanza: "Tampoco está previsto que las clases vayan a interrumpirse". Salvo contraorden, las clases continuarán en las cinco universidades que hay en Bagdad. Esas son sólo las públicas, pues en los últimos años se ha autorizado la apertura de las privadas.

Yasir, funcionario licenciado en Filología Francesa, recuerda que, en la guerra del Golfo, las clases no se interrumpieron hasta la mañana siguiente del primer bombardeo. "El día anterior, cuando ya todos pensaban que el ataque era inminente, el profesor nos puso un examen para la mañana siguiente", rememora este funcionario, que recuerda que los bombardeos le pillaron estudiando.