Los dirigentes europeos se encuentran cada vez más divididos sobre cómo salir de la crisis política que atraviesa la Unión Europea (UE) tras el doble rechazo de franceses y holandeses a la Constitución. Mientras el canciller alemán, Gerhard Schröder, se moviliza a fondo para lograr que el proceso de ratificación del Tratado constitucional continúe adelante, crecen las voces que plantean la paralización del proceso, incluso en el seno de la propia Comisión Europea, que defiende oficialmente la continuación de ese mismo proceso.

Schröder se reunirá esta noche con el presidente francés, Jacques Chirac, para demostrar la capacidad del eje franco- alemán de seguir impulsando el proceso de integración europea, pese al grave revés del referendo de Francia. Schröder intentó inicialmente una minicumbre de los seis países fundadores de la UE, pero renunció a esta iniciativa ante la negativa del primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, a participar en la misma por temor a que fuera malinterpretada en su país.

REAFIRMACION "La crisis que rodea la ratificación de la Constitución no debe transformarse en una crisis generalizada de la UE", advirtió Schröder. "Necesitamos un claro reconocimiento de los objetivos y principios de la UE, que son la base de la paz, la libertad y la prosperidad en Europa", añadió.

En el encuentro de hoy en Berlín, Schröder y Chirac consensuarán defender, en la decisiva cumbre del 16 y 17 de junio, el mantenimiento del proceso de ratificación de la Constitución, para que todos los países puedan expresar su opinión, y postergar hasta finales del 2006 la reflexión sobre qué hacer con el Tratado constitucional, con la esperanza de que la mayoría de los países lo hayan ratificado.

Los dos líderes intentarán evitar que la "reflexión" que se abra sobre las razones del rechazo de los ciudadanos franceses y holandeses no se instrumentalice por parte de Gran Bretaña, país que asumirá en julio la presidencia de la UE, para detener el proceso de integración europea. Chirac aprovechará la reunión para reafirmar el "anclaje de Francia" en la UE y la "fuerza de su ambición europea".

TODOS DEBEN PRONUNCIARSE La posición del eje franco- alemán es defendida también por la presidencia de la UE, por la Comisión Europa y por numerosos países, como España, Bélgica, Austria y Finlandia. El presidente de turno de la Unión, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, volvió a reiterar ayer que los 13 países que faltan "deben poder pronunciarse también, para decir si quieren más Europa o menos Europa".

La Comisión Europea, por su parte, efectuó un llamamiento a la "calma" y a la reflexión serena, pero tuvo que reconocer implícitamente que varios comisarios se han pronunciado ya a favor de paralizar el proceso de ratificación. El británico Peter Mandelson, responsable de Comercio, recomendó "apretar el botón de la pausa" para evitar una "creciente parálisis". Günter Verheugen, vicepresidente de La Comisión Europea y responsable de Empresas e Industria, advirtió del "riesgo de dos años de incertidumbre si se continúa con el proceso de referendos". El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, afirmó que "ha llegado el momento de preparar un plan B".

El Gobierno británico, por su parte, mantiene la presión diplomática para lograr un respaldo a su planteamiento de detener el proceso de ratificación y certificar la muerte de una Constitución europea. Portugal e Irlanda parecían anoche inclinarse por el campo británico al sugerir que si Londres anunciaba la congelación de su referendo, ambos seguirían el ejemplo.