Aunque las cifras siguen siendo una incógnita, ya no queda duda. El pasado viernes no solo murieron talibanes en el bombardeo que la OTAN realizó en Kunduz por orden de un oficial alemán. Y el ataque, preparado en principio contra un grupo de talibanes que había robado dos camiones cisterna, puede haber dejado más de un centenar de muertos. La OTAN lo reconoció ayer por la mañana, poco antes de que la cancillera alemana, Angela Merkel, compareciera ante el Parlamento para defender la misión del Ejército alemán en Afganistán y la estrategia internacional de su Gobierno.

"Cada muerte de un civil es una muerte de más", se disculpaba ayer Merkel, quien, pese a todo, no daba aún por seguras dichas muertes: "Quiero manifestar mi más profundo pesar al pueblo afgano en el caso de que haya podido haber víctimas civiles como consecuencia de una actuación alemana". La cancillera, que vio interrumpido varias veces su discurso por reproches de la oposición, defendió estoica una política que recordó que "fue iniciada por el Gobierno anterior" al suyo y apoyada por casi todos los partidos del Parlamento. Con este recordatorio, Merkel intenta frenar la tendencia a convertir el ataque del viernes y la intervención en Afganistán en tema de campaña electoral, sabiendo que podría salir muy perjudicada con ello. La misión es ampliamente rechazada por los ciudadanos alemanes.

Quizá por eso, Merkel dedicó parte de su discurso a explicar la iniciativa que ha lanzado con el Reino Unido y Francia de celebrar una conferencia internacional sobre Afganistán antes de fin de año. "Servirá para definir cuál debe ser nuestro papel en Afganistán, así como estrategias para el traspaso de la seguridad", dijo Merkel, quien insistió en que "el objetivo es un Afganistán que pueda ocuparse de su seguridad". Para ello, propuso elaborar un plan quinquenal que permita la retirada gradual de las tropas internacionales.

La cancillera insistió en que su país actúa de acuerdo con los compromisos internacionales: "No existe un camino individual alemán", dijo refiriéndose a los que piden la retirada de tropas. También su vicecanciller y a la vez rival socialdemócrata en las elecciones, Frank-Walter Steinmeier, defendió la misión.

Mientras tanto, la Comisión de Quejas de Afganistán, dependiente de la ONU, ordenó ayer a la comisión electoral que hiciera un nuevo recuento en los colegios susceptibles de fraude. El presidente afgano, Hamid Karzai, ha superado la mayoría absoluta al obtener el 54,1% de los votos en las presidenciales cuando se lleva escrutado el 91,6% de los centros de voto.