El vicecanciller alemán y ministro de Trabajo, Franz Müntefering, de 67 años, renunció ayer a sus cargos en el Gobierno de la cancillera Angela Merkel "por razones estrictamente familiares", según explicó en una conferencia de prensa. El expresidente del Partido Socialdemócrata (SPD), número dos del Gobierno y hombre clave en las negociaciones para el establecimiento de la gran coalición con los cristianodemócratas, dijo que abandona sus funciones para atender a su esposa, Ankepetra, de 61 años, operada cinco veces de un cáncer.

La dimisión de Müntefering supone un serio revés para Merkel y abre una serie de interrogantes sobre el futuro de la alianza de Gobierno. La cancillera manifestó su "respeto" por la decisión y su "agradecimiento" por el trabajo de Müntefering, a quien definió como "un estabilizador de la gran coalición" y de quien dijo que "representaba la cordura en el SPD".

Según el politólogo de la Universidad de Bonn Gerd Langguth, "Müntefering era el único que garantizaba que la coalición seguiría unida". Para muchos socialdemócratas, el precio político que paga el SPD por esta alianza es demasiado alto, y no han sido pocas las voces que se han alzado para criticar el bajo perfil por el que optó Müntefering en favor de Merkel.

Además, la salida de Müntefering tiene lugar después de un crudo enfrentamiento con el SPD, que pretende aligerar algunas de las reformas económicas impulsadas por el excanciller Schröder con apoyo de Müntefering.

El ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, sustituirá a Müntefering como vicecanciller. Trabajo lo ocupará Olaf Scholz.