Mientras el Senado italiano aprobaba la controvertida reforma educativa, la policía estaba preparada en las calles. Es el ambiente que se respiraba ayer por la mañana en el centro de Roma, en las inmediaciones del Corso Rinascimento, donde se erige el Palacio Madama, sede de la Cámara alta. El Senado aprobó --162 votos a favor, 134 en contra y tres abstenciones-- la reforma escolar propugnada por el primer ministro, Silvio Berlusconi que, entre otros aspectos, implica la reducción en los presupuestos destinados a la educación.

Los estudiantes que esperaban en la calle, estrechamente custodiados por las fuerzas de seguridad, saludaron la nueva ley con el grito de "payasos y sinvergüenzas". Un anticipo de lo que puede oírse hoy, jornada de huelga general secundada por la oposición y a la que se ha sumado parte del profesorado.

Las protestas verbales degeneraron posteriormente en disturbios y enfrentamientos, que alcanzaron su cénit en la plaza Navona, donde estudiantes de distintas facciones se enfrentaron entre sí. Las mesas y sillas de las terrazas de los restaurantes volaban literalmente por los aires. Tres personas resultaron heridas leves, y 20 fueron detenidas.

La policía está preparada ante la posibilidad de que los problemas puedan repetirse hoy, durante la jornada de paro convocado contra la ley Gelmini , bautizada con el apellido de la ministra de Educación, Mariaestela Gelmini, para la que hay que devolver "la seriedad y el mérito".

Un movimiento estudiantil especialmente beligerante es el principal escollo con el que se ha topado Berlusconi desde que llegase al poder hace seis meses. Las protestas del colectivo se remontan a varias semanas atrás y Berlusconi, lejos de calmar los ánimos, los calentó con amenazas de mandar a la policía a la universidad. El primer ministro continuó ayer con el mismo tono al asegurar: "Hasta ahora hemos sido demasiado blanditos con los estudiantes".