Fue un "ataque al corazón" lo que acabó con la vida del expresidente yugoslavo, Slobodan Milosevic. Christian Chartier, portavoz del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), así lo anunció ayer tras ser realizada la autopsia al cadáver del dirigente. Habrá que esperar, por lo tanto, a los resultados del análisis toxicológico, que deben conocerse en los próximos días, para esclarecer si el infarto de miocardio fue o no inducido y para determinar si el fallecimiento del hombre apodado el carnicero de los Balcanes por su crueldad se debió a un suicidio, una tesis no descartada por la propia fiscal del TPIY, Carla del Ponte.

Médicos holandeses llevaron a cabo la autopsia en el Instituto de Medicina Legal de la Haya, donde también acudieron dos forenses serbios para seguir de cerca la operación. Milosevic, de 64 años, sufría de hipertensión crónica y de problemas cardiacos que obligaron a suspender el juicio contra él en más de una veintena de ocasiones en los últimos dos años.

LA TESIS DEL ENVENENAMIENTO Para contrarrestar las acusaciones de envenenamiento proferidas por la familia, Del Ponte había dado a entender al diario italiano La Repubblica que Milosevic, en una última y macabra maniobra, pudo haberse suicidado para no exponer su orgullo a un juicio humillante.

"Hay dos alternativas: muerte natural o suicidio", declaró luego Del Ponte en rueda de prensa. David Owen, frustrado mediador europeo en el conflicto de los Balcanes, recordó que Milosevic es hijo de padres suicidas, y dijo que puede haber tomado esa decisión ahora consciente de que las medidas de seguridad en torno a su persona se estrecharían a medida que se acercara el final del proceso.

Lo que sí descartó de plano la fiscal del TPIY es la posibilidad de que Milosevic fuera envenenado, como intenta hacer creer desde el sábado Zdenko Tomanovic, uno de los abogados del fallecido mandatario. "No comento esos rumores", dijo la responsable del TPIY.

PRUEBAS DE SANGRE También asesor jurídico de la Embajada de Rusia en La Haya, Tomanovic dio más solidez a las veladas acusaciones que empezó a filtrar pocas horas después de la muerte de su cliente. El abogado presentó una carta que Milosevic envió el pasado viernes a la legación rusa, en la que destacan sobre todo un par de frases. "Quieren envenenarme", se lee en el texto. "Estoy muy preocupado", apuntó el expresidente.

En el mensaje, el expresidente yugoslavo señalaba que los resultados de unos exámenes de sangre que le hicieron el pasado 12 de enero, y cuyos resultados, al parecer, sólo le fueron entregados a comienzos de este mes, revelaban la presencia de un medicamento empleado habitualmente para tratar la lepra y la tuberculosis.

Esta sustancia neutraliza el efecto de las medicinas que tomaba contra la hipertensión crónica, según reveló anoche la televisión holandesa.

CONTRA LA HIPERTENSION Esta teoría coincide con lo que ayer dijeron los médicos rusos que examinaron a Milosevic en el 2003 y el 2005. Según Leo Bokeria, director del Centro de Cirugía Cardiovascular de Bakulev, el expresidente yugoslavo no estaba tomando las medicinas que le habían recetado para el tratamiento de la hipertensión. "Le sometieron a varios exámenes para cerciorarse de que las medicinas estaban en su corriente sanguínea, pues creían que las escondía en los carrillos y luego las escupía", declaró Bokeria a la cadena de televisión rusa NTV.