Las cifras de muertos civiles por el conflicto iraquí siguen sin acercarse a las que se registraron durante el 2006 y 2007, cuando la guerra entre sunís y chiís atravesaba su momento más álgido. No obstante, los 86 iraquís que perecieron ayer en una serie de atentados y acciones coordinadas en varios puntos del territorio nacional multiplicará el número de muertos de mayo, un balance mensual que no ha cesado de crecer desde comienzos de año y que llena de incertidumbre los planes de EEUU de retirar a su Ejército a finales del 2011. El país árabe vivió ayer su día más sangriento desde que comenzara el 2010.

Como se temía tras conocerse los resultados de las legislativas, las dudas que pesan aún en torno a la formación del nuevo Gobierno federal están espoleando la violencia. Los atentados más sangrientos de la jornada se produjeron en la localidad de Hilla, a un centenar de kilómetros al sur de Bagdad, cuando dos vehículos cargados de explosivos estallaron en el párking de una empresa textil justo en el momento en el que salían los empleados. Al llegar al lugar de los hechos los vehículos policiales y las ambulancias, un tercer artefacto explosivo reventó.