Barack Obama se resiste a romper hasta el 20 de enero el silencio con el que ha respondido a la crisis de Gaza, una arriesgada postura que él argumenta con cuestiones institucionales de no injerencia con la aún actual Administración, pero que ha sido ampliamente criticada y vista por muchos como una gran falta de sensibilidad que sienta malas bases para su relación con el mundo árabe.

Sin embargo, ayer Obama sí mostró su voluntad de que, bajo su Administración, Estados Unidos resurja como actor con capacidad de influir en el conflicto de Oriente Próximo.

AMPLIA ENTREVISTA "Hace falta una tercera parte en la que todo el mundo tenga confianza y cuyo objetivo sea una solución justa", aseguró el presidente electo en una amplia entrevista en la cadena ABC. En sus declaraciones, Obama se refirió a Irán como "uno de los mayores retos" para Washington, pero insistió también en apostar por un "nuevo enfoque" en las relaciones bilaterales, pese a señalar riesgos, como el apoyo de Teherán a Hizbulá o el empeño en avanzar en un programa nuclear.

"La comunidad internacional va a tomar de ejemplo cómo queremos enfocar esas relaciones", señaló el presidente electo. En este sentido, apuntó a "un nuevo énfasis en el respeto y en la voluntad de dialogar".

LA INVESTIGACION Si Obama señalaba ayer de nuevo a la seguridad nacional como prioridad, los ciudadanos parecen de momento más interesados en saber hasta qué punto va a investigar los supuestos abusos que, precisamente en aras de esa seguridad, ha cometido la Administración de George Bush.

De hecho, esa es la pregunta que domina en su propia página web. Y ayer contestó diplomáticamente. "Mi creencia general --dijo-- es que tenemos que intentar hacer las cosas bien en el futuro, más que mirar qué se hizo mal en el pasado". Al margen de la polémica sobre el silencio con el que ha respondido a la crisis de Gaza, Obama dejó en manos de su elegido como fiscal general, Eric Holder, la toma de decisiones sobre la investigación de los posibles abusos en asuntos como las torturas o el espionaje ilegal de estadounidenses.