En 1908, el Partido Demócrata celebró en Denver su 20 convención, en la que eligió a Williams Jennings Bryan --un defensor de la democracia popular y del hombre común -- como su candidato. Bryan acabaría perdiendo ante el republicano William Howard Taft. Un siglo después, los demócratas regresan a partir de hoy y hasta el jueves a Denver con la intención de que la historia no se repita. El candidato a entronizar en esta ocasión es Barack Obama, un joven senador que hará historia al convertirse en el primer negro que logra la candidatura de la formación a la Casa Blanca. Pero el objetivo final es más ambicioso: convertirse en el primer presidente negro de EEUU. Su rival, el republicano John McCain, le pisa los talones en los sondeos.

En la ciudad de Colorado --progresista en un estado conservador-- ya está todo preparado para un encuentro que se espera con gran expectación debido al fenómeno de masas en que se ha convertido Obama. La opinión pública nacional y gran parte de la internacional estarán pendientes de un candidato capaz de reunir multitudes tanto en EEUU como en Europa, y del que se espera que ponga fin a los ocho años de mandato de George Bush que los demócratas consideran que han dañado gravemente a EEUU.

"Estos no son tiempos normales", dijo el sábado el número dos de Obama, Joseph Biden. Esta excepcionalidad es uno de los pilares del discurso Obama, que en las primarias en las que se impuso contra pronóstico a la senadora Hillary Clinton solía decir: "Me presento por la furiosa urgencia del ahora". No hay tiempo que perder para devolver a EEUU al buen camino y, por eso, la inexperiencia del candidato no es lo más importante, sino el cambio. Un mensaje que le sirvió contra Clinton pero que empieza a dar algunos síntomas de flaqueza contra John McCain.

Obama llega a la cita de Denver en el peor momento del largo camino que empezó a principios del 2007. La histeria mediática alrededor del nombramiento de Biden como compañero de tíquet no oculta el hecho de que su ventaja en las encuestas ante McCain ha disminuido o ha desaparecido por completo. Las acusaciones de inexperiencia y la envergadura que ha cobrado la obamamanía parecen jugar en su contra. En un año que en principio debería ser claramente demócrata, que el presidenciable no despegue en los sondeos genera cierta preocupación.