Sobre el papel, según las palabras que ayer usó el presidente de EEUU, Barack Obama, "la puerta de la diplomacia" sigue abierta para Irán. Utilizarla como principal herramienta para frenar las aspiraciones nucleares de Teherán, sin embargo, es un poco más difícil desde ayer, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó, con los votos en contra de Brasil y Turquía y la abstención del Líbano, la resolución 1929, un documento que impone la cuarta ronda de sanciones contra el régimen de Teherán desde el 2006.

La resolución impone, según Obama y su representante ante la ONU, Susan Rice, "las más duras sanciones que ha afrontado nunca el Gobierno iraní". Pero las intensas negociaciones que Washington ha tenido que realizar durante los últimos cinco meses con Rusia y China para conseguir que no usaran su derecho a veto en el Consejo han obligado a EEUU a realizar algunas concesiones y moderar el alcance del castigo.

Sigue sin haber un embargo del petróleo. Tampoco multas económicas directas. Y la falta de unanimidad representa, si no una herida grave, al menos sí una fea cicatriz: ninguna de las resoluciones sobre Irán que el Consejo adoptó cuando George Bush ocupaba la Casa Blanca tuvo ningún voto en contra.

RESISTENCIA DE MOSCU Y PEKIN A la lista de 40 individuos a los que previas resoluciones habían impuesto prohibiciones de viaje y congelación de bienes se ha sumado, por ejemplo, solo un nombre, el de Javad Rahiqui, director del Centro de Tecnología Nuclear Isfahan. Tampoco se ha añadido más que un banco a la lista de 40 empresas sancionadas, y es que aunque Was- hington buscaba ampliar el nú- mero de entidades financieras, Moscú y Pekín se han resistido. No quiere decir que EEUU, que ha impulsado la resolución junto al Reino Unido, Francia y también un país sin asiento permanente en el Consejo, Alemania, no haya conseguido avanzar. El documento establece nuevos límites a las inversiones iranís en el extranjero.

Se ha endurecido, además, el embargo en la venta o la transferencia de armas, afectando así a las capacidades militares tradicionales de Teherán. La resolución prohíbe facilitar a Irán armamento pesado de ocho categorías (desde tanques hasta helicópteros o sistemas de misiles), así como asistencia técnica o económica en ese terreno.

INSPECCION Con su voto, el Consejo de Seguridad aprobó también someter a Irán a un nuevo régimen de inspección del cargo que entra y sale del país, un sistema similar al que se impuso ya a Corea del Norte.

El camino de asfixia económica y a la Guardia Revolucionaria también se pavimenta. La resolución insta a los estados a no prestar servicios financieros y congelar los bienes que puedan contribuir a la proliferación nuclear en Irán. Se insta también a incrementar la vigilancia sobre las actividades de todos los bancos iranís, incluyendo el banco central, y a no permitir la apertura de nuevas sucursales de bancos iranís si se sospecha que tienen algún vínculo con el programa nuclear. Y, destacando el papel de la Guardia Revolucionaria, se congelan los bienes de 15 empresas de su propiedad o con las que se le relaciona y se obliga a los estados a intensificar la vigilancia sobre las transacciones.

En la ronda de intervenciones, tanto la representante de Brasil como el de Turquía razonaron su oposición apelando al avance que en su opinión representa el acuerdo que sus países negociaron con Irán, por el que Teherán se comprometía a transferir parte de su uranio. Desde Irán, el presidente, Mahmud Ahmadineyad, denostó la resolución como "un pañuelo usado que debería tirarse a la basura".