El cuerpo de élite del Servicio Secreto de Estados Unidos, encargado de la protección del presidente y centro de un escándalo el año pasado por un incidente con prostitutas en Cartagena (Colombia), vuelve a estar bajo los focos. Dos supervisores de esa unidad han sido retirados de sus funciones después de que se hayan desvelado otros episodios de conducta inapropiada.

Según ha desvelado este jueves The Washington Post, en mayo uno de esos supervisores, que conoció a una mujer en el bar de un hotel de Washington y estuvo en su habitación, intentó volver a entrar al darse cuenta de que se había olvidado una bala de su arma de servicio. Cuando el hotel avisó a la Casa Blanca y se empezó a investigar lo ocurrido se inspeccionó la Blackberry oficial del supervisor, Ignacio Zamora, y se descubrió que tanto él como otro supervisor, Timothy Barraclough, habían estado mandado correos electrónicos de contenido sexual a una subordinada del Servicio Secreto.

Zamora y Barraclough, que trabajaban en la unidad que se encarga de la seguridad de Barack Obama, han sido relevados de sus funciones aunque no han sido suspendidos. El portavoz del Servicio Secreto, Ed Donovan, no quiso comentar el último caso y solo le ha dicho al 'Post' que "periódicamente" tienen "incidentes aislados de conducta inapropiada, como les pasa a todas las organizaciones".

El caso, no obstante, saca los colores de nuevo al servicio secreto, donde lo ocurrido en Cartagena sacó a la luz una cultura problemática de machismo, consumo de alcohol y conductas sexuales cuestionadas. Aquel escándalo, tras el que se nombró por primera vez a una mujer, Julia Pierson, como directora, impulsó cambios en las normas de un cuerpo de seguridad con 3.500 agentes a los que ahora, por ejemplo, se prohibe consumir alcohol 10 horas antes de entrar en servicio y a quienes se urge al consumo "moderado" en cualquier caso. El informe de la investigación abierta tras aquel caso se hará público en las próximas semanas.