Cayó mientras cocinaba un plato de achicoria. Bernardo Provenzano, capo supremo de Cosa Nostra, la mafia de Sicilia, fue arrestado ayer en los alrededores de Corleone, el mítico pueblo siciliano y célebre cuna del crimen organizado en Italia. Encima de su mesa tenía un libro ilustrado sobre medicina.

Sobre la cabeza de Provenzano pesaban 20 órdenes de captura y nueve condenas a cadena perpetua. Llevaba 43 años fugado de la justicia, y su captura se presentaba como muy complicada. "Está cerca de Palermo, pero es muy difícil encontrarle", había dicho el pasado año Pietro Grasso, fiscal nacional contra las mafias. En 43 años, ha criado a dos hijos, que son cultos y políglotas, se ha comunicado regularmente con su esposa, ha estado dos veces en una clínica de Marsella para operarse de la próstata y ha dirigido los negocios de la mafia.

Es la misma mafia que organizó el desembarco de los aliados en la península desde Africa y que ha sobrevivido como un estado dentro del Estado, a veces combatiéndole y otras colaborando. En el momento del arresto, vestía vaqueros y una camiseta, y opuso una ligera resistencia. Intentó ocultar su identidad, pero a los pocos minutos, cuando los agentes le tomaron un pelo o saliva para identificar el ADN, dijo: "Soy yo".

A su llegada a Palermo desde Roma, el fiscal Grasso fue acogido con una larga ovación por numerosos ciudadanos. "¡La Sicilia verdadera somos nosotros!", gritaban los jóvenes, mientras ovacionaban a los agentes y gritaban "¡bastardo!" al detenido. Todos los anteriores esfuerzos para detener al capo habían fracasado. Provenzano, alias Binnu u tratturi (Binnu el tractor), tenía apoyo de infiltrados en altos niveles de las instituciones del país.

LA PISTA DE LAS CHULETAS Informadores oficiosos relataron ayer que esta vez los investigadores policiales no han pinchado teléfonos, ni han recurrido a la más moderna tecnología, sino que han recurrido al método policial clásico, basado en la experiencia y la paciencia. Han seguido los pizzini , chuletas de papel que, a través de relevos, eran el sistema de comunicación de Provenzano. El último y decisivo habría sido el que llegó a su esposa.

En 43 años, Provenzano habría cambiado 43 veces de refugio. Se convirtió en jefe de Cosa Nostra en 1993, tras el arresto de Totó Riina, considerado el ala más violenta de la mafia, opuesta a la línea moderada y de compromisos con el poder de Provenzano. La policía cree que su arresto provocará un terremoto en Cosa Nostra, hasta ayer dirigida por un triunvirato.