Cuando hace dos días Donald Trump anunció que relevaba a su director nacional de Inteligencia en funciones, Joseph Maguire, para poner al frente a Richard Grenell, leal aliado de línea dura y sin experiencia en este ámbito, parecía que el presidente de EEUU daba otro paso en la purga que comenzó tras ser absuelto en el impeachment. Nuevas informaciones apuntan a que lo que castigaba en este caso el presidente era un briefing ofrecido a puerta cerrada por un ayudante de Maguire al comité de inteligencia de la Cámara baja en el que se advirtió de que Rusia intenta de nuevo interferir en las elecciones estadounidenses a favor de Trump.

El briefing, del que primero informó The New York Times el jueves, tuvo lugar una semana antes y no ha trascendido todo su contenido, aunque se sabe que ratificó conclusiones como que persiste la campaña de injerencia rusa que tendría en la diana tanto las primarias demócratas como las presidenciales.

Moscú lo negó ayer a través de un portavoz del Kremlin, que rechazó la acusación como «más anuncios paranoicos» que «no tienen nada que ver con la verdad». Y aunque se trata de información de su inteligencia el propio Trump denunció también ayer que se trata de una «campaña de desinformación lanzada por los demócratas».

Según la prensa estadounidense, el presidente se puso furioso con Maguire y pensó, equivocadamente, que le había dado la información únicamente a Adam Schiff, el demócrata que preside el comité y que fue clave en el proceso de impeachment. En realidad, en aquel breifing hubo congresistas de los dos partidos, incluyendo republicanos, que cuestionaron las conclusiones de inteligencia. Ahora la demócrata Nancy Pelosi ha anunciado una sesión informativa para toda la Cámara baja el día 10.

Además, el exasesor de Trump, Roger Stone ha sido condenado a tres años y cuatro meses de prisión por mentir bajo juramento al Congreso e intimidar a un testigo.