Siria e Irán se acercan al Gobierno de Irak, lo que, sin duda, inquieta a EEUU, enfrascado en diseñar una nueva estrategia para salir airoso del atolladero iraquí. El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, invitó ayer al jefe del Estado iraquí, Jalal Talabani, a visitar este fin de semana Teherán. Mientras Talabani aceptaba la invitación, el ministro de Asuntos Exteriores sirio, Walid al Mualen, ponía fin a su viaje de dos días a Bagdad.

Las diplomacias de Teherán y de Damasco se mueven con rapidez ante la posibilidad de que Washington acepte sentarse a dialogar con sus dos máximos enemigos en la región, como mejor vía para estabilizar Irak. Una propuesta que gana adeptos en la Administración de Bush. De hecho, la recoge el plan que elabora, por encargo de la Casa Blanca, el grupo de sabios dirigidos por el exsecretario de Estado de EEUU James Baker.

Las relaciones entre Teherán y Bagdad van viento en popa, y la visita del ministro sirio a Irak ha servido para limar diferencias entre los dos países. El Ejército de EEUU volvió a acusar a Damasco de apoyar a la insurgencia. Un portavoz cifró en 100 los combatientes sirios que cada mes se unen a la insurgencia iraquí, en 425 los rebeldes extranjeros muertos este año por las tropas estadounidenses, y en casi 700 los detenidos.