La crisis en Egipto ha entrado en una fase de compás de espera. Mientras se aguarda a que el diálogo del poder con la oposición dé algún resultado que desbloquee la situación, las espadas siguen en alto.

El presidente de país, Hosni Mubarak, no cesa en su empeño por mantenerse en el cargo, a pesar de la presión de los manifestantes de la plaza Tahrir (Liberación), que ayer volvieron a reclamar su inmediata dimisión.

En un nuevo intento de aplacar el descontento de la población y doblegar la unidad del movimiento reformista, el Gobierno anunció la subida de los salarios y pensiones, en un 15%, a los funcionarios públicos y la puesta en marcha de una investigación que aclare los casos de corrupción y fraude en las elecciones legislativas el pasado mes de noviembre.

Mubarak volvió a aparecer ayer en la televisión pública presidiendo el Consejo de Ministros, la primera reunión al completo del nuevo Ejecutivo desde que fue nombrado, el pasado 31 de enero. El mandatario, que solía monopolizar la televisión egipcia antes de la revuelta, ahora aparece de manera ocasional.

El aumento de salario a los seis millones de trabajadores de la Administración, que cobran al mes entre 80 y 100 euros, no se hará efectivo hasta el próximo mes de abril. Aunque el aumento es poco significativo, el régimen espera que compense la altísima inflación del último año y la subida de los precios que han experimentado algunos productos como consecuencia de la revuelta.

CON LOS ISLAMISTAS El domingo se celebró la primera toma de contacto entre el régimen y la oposición, en la que participaron por primera vez los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista y principal fuerza opositora. Se espera que la negociaciones continúen los próximos días. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó ayer que "se han hecho algunos progresos", aunque algunos grupos reformistas han calificado los contactos de "pocos serios". El primer ministro, Ahmed Shafiq, aseguró ayer, por su parte, que "no se perseguirá a los miles de activistas que han participado en las protestas", antes de pedir a los manifestantes de Tahrir que desalojen la plaza.

SIN BAJAR LA GUARDIA Pero los manifestantes, que llevan ya casi dos semanas resistiendo en la céntrica plaza, no bajan la guardia en ningún momento. Si por la mañana amanece con los manifestantes que pasan la noche en las improvisadas tiendas de campaña --los hay que duermen junto a los carros de combate para evitar que se desplacen-- es a lo largo sobre todo de la tarde, cuando la gente sale del trabajo, que empieza a llenarse. Ayer se volvieron a formar largas colas para acceder al recinto.

Los manifestantes formaron una gran cadena humana para impedir la apertura de la Mogama, un enorme edificio administrativo situado en un extremo del recinto, al que los egipcios deben acudir para llevar a cabo todo tipo de trámites.

También se vivió un momento emotivo, cuando los ciudadanos que estaban presentes en la plaza participaron en un funeral simbólico en recuerdo al periodista egipcio Ahmed Mohamed Mahmud, que murió a causa de los disparos de un francotirador.

LA ACTIVIDAD ECONOMICA SIGUE En el exterior del recinto, en el cuartel general del partido del régimen, que las llamas arrasó hace 10 días, apareció una pancarta en la que el partido oficial pide a los egipcios que sigan apoyándolo para "asegurar el futuro de nuestros hijos". Asimismo, la actividad económica en la ciudad continuó por segundo día consecutivo. En este sentido, la bolsa no abrió ayer las puertas, y no está previsto que lo haga en algunos días.