El presidente ruso, Vladimir Putin, dejó claro ayer que no cederá a la presión de la UE e irá hasta el final en su guerra energética con Bielorrusia, después de que Minsk ha bloqueado el paso por su territorio de petróleo ruso hacia consumidores europeos. Putin ordenó a su primer ministro, Mijail Fradkov, que considere "una posible reducción de la producción de petróleo (para Europa)", ante los problemas con Bielorrusia.

Bielorrusia bloqueó el lunes el paso de petróleo ruso hacia la UE en respuesta a la decisión de Moscú de imponer una tasa a las importaciones de crudo bielorrusas. Las autoridades de Minsk instauraron un impuesto de 35 euros por tonelada de petróleo ruso que pasa por su territorio. El cierre del grifo ha hecho saltar las alarmas en Europa. La cancillera alemana y presidenta de turno de la UE, Angela Merkel, resaltó que la actitud de Moscú "pone en duda la confianza que se puede tener en Rusia como abastecedor de energía".