El último ensayo nuclear norcoreano ha terminado por dinamitar el delicado equilibrio en el paralelo 38, la última herencia de la guerra fría y el punto del planeta con mayor concentración de uniformes por metro cuadrado: un millón de soldados norcoreanos, 650.000 surcoreanos y 25.000 estadounidenses. Pyongyang entendió ayer como papel mojado el armisticio que puso fin al enfrentamiento bélico (1950-1953) y que nunca ha sido ratificado formalmente.

"Aquellos que provoquen a nuestro país no podrán escapar de un castigo inimaginable y sin piedad. Nuestro Ejército ya no está sujeto al armisticio desde que EEUU ha hecho entrar a los títeres en el PSI", se leía ayer en un comunicado de la agencia norcoreana oficial. El títere es el vecino del sur, y el PSI, las siglas inglesas de una coalición internacional contra el tráfico de armas que siempre ha enervado a Pyongyang. Seúl, que hasta ahora solo estaba como observador, se sumó el martes plenamente.

Esa coalición fue auspiciada al margen de la ONU por George W. Bush en el 2003, durante su campaña de "guerra contra el terror". Los firmantes se comprometen a interceptar a cualquier barco sospechoso de llevar armas nucleares en aguas internacionales, lo que en la práctica permite algo parecido al abordaje. Pyongyang siempre ha calificado esos registros de ejercicios de piratería. Los críticos alegan que, además del desprecio a la presunción de inocencia, la iniciativa tiene difícil acomodo en el derecho internacional.

POR 90 PAISES Aunque lo han suscrito 90 países (España entre ellos, durante el Gobierno de Aznar), la ausencia de China y otros países asiáticos limita su eficacia. Seúl, cuyo papel se ve primordial, se había negado durante los dos pasados mandatos. La llegada al poder el año pasado de Lee Myung-bak, defensor de la línea dura y proamericano, ha arruinado el legado de sus predecesores, el premio Nobel de la Paz, Kim Daejung, y Roh Moo-hyun, primer presidente surcoreano en cruzar la frontera a pie. Roh se suicidó la semana pasada, una macabra metáfora del proceso de paz coreano.

Después del ensayo nuclear del fin de semana y el posterior lanzamiento de cinco cohetes de corto alcance, Corea del Norte prosiguió ayer su desafío reanudando la actividad en la planta de Yongbyon, cuyo desmantelamiento estaba previsto en el acuerdo firmado en las conversaciones a seis (ambas Coreas, China, Rusia, EEUU y Japón). En esa planta se extrae el plutonio para fabricar bombas. "Los satélites de vigilancia de EEUU han detectado varios indicadores de que ha reanudado las operaciones", dijo una fuente oficial surcoreana al diario Chosun Ilbo.

La iniciativa tendente a fijar nuevas sanciones siguió su curso. Rusia, que siempre había tenido un papel contemporizador, ha elevado el tono. Su presidente, Dmitri Medvédev, repitió que Pyongyang merece una "dura resolución" en la ONU.

MEDIDAS DE SEGURIDAD Una fuente no identificada de la seguridad rusa desveló que están tomando medidas de prevención adicionales, incluidas de carácter militar en sus regiones fronterizas con Corea del Norte, por si estallara una guerra nuclear.

De Pyongyang llegaban imágenes de gente celebrando el ensayo nuclear. "Es ridículo creer que EEUU puede ponernos de rodillas con sus sanciones. Hemos vivido con ellas durante décadas", se leía en un diario.