Italia decidirá este próximo si quiere hacer el cambio más profundo en su Constitución desde que es República (1946), o adentrarse en un futuro por explorar y que se anuncia turbulento. En entredicho no solo está una propuesta constitucional que modifica 44 artículos -de 139- de la Carta Magna sino también la supervivencia del principal promotor de la reforma, el primer ministro Matteo Renzi, quien aseguró que dimitirá si pierde. Una eventualidad que, alimentada por el voto antisistema y de protesta, los sondeos dan por hecho. El torbellino está anunciado y más allá de las fronteras de Italia

"Hay un clima de guerra civil", ha ironizado el cómico Maurizio Crozza, al subrayar la inusitada polarización social que está generando la cita. “Es el salto al vacío de Renzi”, ha comentado el comentarista Massimo Gramellini.

Unos 47 millones de italianos están llamados a las urnas para responder con un ‘sí’ o un ‘no’ sobre la reforma que, en su punto más relevante, propone el fin del llamado bicamarismo paritario. Esto implica la supresión de la paridad de poderes de la Cámara de Diputados y del Senado.Esta última se transformaría en un órgano de vocación más regional con menos senadores (de 319 pasaría a 100) y, por el contrario, la Cámara de Diputados pasaría a ser la única institución con prerrogativas para tramitar y aprobar la gran mayoría de las leyes (se excluyen las constitucionales y los tratados europeos), dar el voto de confianza al Gobierno o declarar guerra.

La cuestión es que desde que el Parlamento aprobó la ley de la reforma en abril pasado, el flanco de los opositores a la misma se ha ido engrosando. En concreto, al Movimiento Cinco Estrellas(M5S) y a la xenófoba Liga Norte, se han ido sumando partidos de la derecha que en una fase inicial la apoyaron. Entre estos está incluso la maltrecha Forza Italia, de Silvio Berlusconi. Pero también se han añadido movimientos de ciudadanos -juristas, periodistas y otros profesionales- e incluso un ala rebelde e izquierdista del propio Partido Democrático (PD).

EL 'NO' GANA EN LOS SONDEOS

Con ello, desde que en septiembre se anunció la fecha del referéndum, los sondeos apuntan a una derrota de Renzi. Los últimos, de Ipsos, Piepoli y Demopolis, han situado la victoria del 'no' por ocho puntos.

Sin embargo, el resultado es todavía una incógnita. No solo por los desaciertos de las encuestas en el último año. También se prevé una abstención alta (si bien el quórum bajo no pone en entredicho la validez de la consulta), y hay también un gran número de indecisos. Algo que remite también a que muchos italianos desconocen una reforma que es compleja y que solo el 8% considera prioritaria para el país.

En este contexto, la principal consecuencia del triunfo del ‘sí’ es bastante evidente: se refuerza un líder europeo, Renzi, que hoy en día ostenta el liderazgo del partido de centroizquierda que mejor ha resistido a las turbulencias experimentadas en el resto de Europa, tal y como opina Luca Sappino, en las páginas de 'L’Espresso'.

En cambio, en caso de la victoria del ‘no’, se abre un ventanal deposibilidades que van desde su efectiva dimisión y el caos político, a la eventualidad de un Gobierno provisional (liderado por él u otro) y la convocatoria de nuevas elecciones. Con las implicaciones anexas: el golpe a la ya frágil y poco recuperada economía italiana y, a renglón seguido, convertirse en blanco predilecto de la especulación bursátil, amenazando también a otros países europeos, según llegó a alertar incluso el Banco de Italia.

El efecto Trump

La tensión política en Italia -tercera economía de la Unión Europea, después de Alemania y Francia- ha sido lo que, en las últimos meses, ha motivado los múltiples mensajes de apoyo recibidos por Renzi desde Alemania, Bruselas e incluso Washington. Con todo y con eso, el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos no arroja buenas noticias sobre a lo que enfrentaría Italia si Renzi (que tenía en los demócratas estadounidenses unos buenos aliados) pierde y dimite.

Al día siguiente de la victoria del republicano, los bonos italianos encabezaron la caída de rentabilidad en la deuda de la periferia de la Eurozona, algo que los analistas económicos no dudaron en interpretar como que el voto de protesta podría emerger ahora en Roma. "Si gana el ‘no’, yo esperaría una secuencia de acontecimientos que pondrían en duda la participación de Italia en la Eurozona", llegó entonces a decir un alarmista Wolfgang Münchau, comentarista de 'The Financial Times'

Este escenario es alimentado por el hecho de que el PIB de Italia aún crece poco (0,8%, en lo que va del año) y que el país posee una deuda pública muy alta (cerca del 133% de su PIB). Asimismo, otros expertos han hablado de una nueva crisis para toda la Unión Europea, algo que el Gobierno italiano ha minimizado, sea cual fuere el resultado.