La iniquidad de los narcotraficantes provocó el miércoles escalofríos en un México temeroso de una nueva espiral de violencia. La primera venganza por la muerte del jefe de jefes del cártel de los hermanos Beltrán Leyva se cebó en la familia del marino Melquisedet Angulo, caído hace una semana en aquel operativo de Cuernavaca. Apenas lo habían enterrado cuando un comando de sicarios entró en la casa de la familia, en Paraíso, estado de Tabasco, y acribilló a la madre, tres hermanos y una tía del marino Angulo.

"El artero ataque perpetrado en la noche es un acto por demás cobarde y deleznable", señaló el presidente, Felipe Calderón. El mismo destacó la semana pasada la heroicidad del tercer maestre Melquisedet Angulo, alcanzado por una de las granadas que lanzaron los sicarios cuando la Marina sitió el piso de Cuernavaca en el que estaba el capo Arturo Beltrán. Una vez más, Calderón añadió: "No nos amedrentaremos por criminales sin escrúpulos que cometen tal clase de barbarie; quienes así actúan merecen el repudio unánime de la sociedad y merecen pagar por sus crímenes".

El Gobierno advirtió entonces de que la muerte del jefe Arturo, abatido con seis de sus secuaces en aquel tiroteo de cuatro horas, podía desatar la venganza de sus hermanos. Ya la detención de uno de los Beltrán Leyva, Alfredo el Mochomo, provocó hace casi dos años su escisión, el asesinato del hijo de Joaquín el Chapo Guzmán, a quien acusaron de traición, e innumerables enfrentamientos sangrientos con el cártel de Sinaloa. Pero nadie previó ahora el golpe más bajo.

ASALTO A MEDIANOCHE La Marina hizo guardia en torno al cuerpo de Melquisedet Angulo en el ejido Quintín Arnauz de la localidad tabasqueña de Paraíso, pero se fue de allí en cuanto acabó el sepelio.

Pocas horas después, a medianoche, llegaron los pistoleros, rompieron la puerta de la vivienda y dispararon con fusiles de asalto R-15 contra todos.

La madre, un hermano, una hermana y una tía del marino murieron acribillados a balazos. Solo sobrevivieron otra hermana y otro familiar de Melquisedet, pero heridos de suma gravedad.

La acción tenía todo el sello de Los Zetas, el temible grupo armado que domina el cártel del Golfo y con el que se aliaron los Beltrán Leyva. A estos les bastó una llamada para que su aguijón pasara de la costa del Pacífico a la del Atlántico.

Así lo entendió también la fiscalía general, que atrajo el caso mientras el Ejército vigilaba de nuevo la aldea natal del marino Angulo.