Una tercera explosión ha sacudido hoy la mina de Nueva Zelanda con los cadáveres de los 29 mineros que se quedaron atrapados hace una semana, según han informado los medios locales.

"Escuchamos una explosión en la mina que duró unos 30 segundos, fue menor que las dos anteriores", declaró John Dow, el presidente de Pike River, la empresa propietaria de la mina Atarau, situada en la costa occidental de la Isla Sur. La víspera, el primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, advirtió de que puede costar meses recuperar los cuerpos de los 29 mineros, que fueron dados por muertos el miércoles tras una segunda explosión de gas metano.

Key dijo que experiencias internacionales precedentes han mostrado que la operación puede tardar "unos cuantos meses" y advirtió de que en el interior de los pozos todavía hay elevadas concentraciones de gases volátiles. "Necesitamos respuestas a lo que ha pasado en Pike River. Es evidente que algo fue terriblemente mal y costó la vida a 29 personas", dijo el primer ministro.

"El rescate tiene que hacerse de manera que sea seguro para aquellos que lleven a cabo esta misión", añadió Key, que se desplazó hasta Greymouth para estar con los familiares de las víctimas.

ATRAPADOS BAJO UNA CORDILLERA

Tras una explosión de gas metano, los mineros se quedaron atrapados a unos 150 metros de profundidad pero a 2,5 kilómetros de la entrada de la mina, bajo un conducto subterráneo que pasa por debajo de la cordillera de Paparoa que se hundió de manera horizontal.

Todos eran neozelandeses salvo tres británicos, dos australianos y un sudafricano, tenían entre 17 y 62 años y para el más joven se trataba de su primer día de trabajo. Se trata del segundo mayor accidente minero de la historia de Nueva Zelanda y el peor desde 1896, cuando 65 personas fueron sepultadas por otra sacudida de gas metano cerca del mismo yacimiento.