Solo hace falta decir Mahoma y caricatura para recordar el poder y los efectos de la sátira. Y si EEUU analizó desde la perspectiva de la libertad de expresión aquella peligrosa controversia, ahora, cuando el prestigioso y progresista semanario The New Yorker ha publicado una portada en la que Barack Obama y su esposa son dibujados como terroristas, el país revive el debate sobre los límites de ironía y arte, pero esta discusión tiene dimensiones políticas y no religiosas.

La polémica ilustración que desde ayer está en todos los quioscos es obra de Barry Blitt. En el dibujo se ve al candidato demócrata vestido como un musulmán y a su esposa, Michelle, como si fuera parte del grupo radical de las Panteras Negras, con el pelo afro, ropa militar, un AK-47 y municiones. Ambos se saludan con un choque de puños en el Despacho Oval, donde hay un cuadro de Osama bin Laden y una bandera nacional ardiendo en la chimenea. El dibujo está titulado (según se descubre en el índice en las páginas interiores) Las políticas del miedo y trataba de ironizar sobre los bulos y comentarios que se han extendido sobre los Obama en los medios y blogs más conservadores. Por ejemplo, el choque de los puños, que Michelle y Barack Obama escenificaron en un mitin y que es habitual entre jóvenes negros y deportistas, fue descrito como "un saludo terrorista" por un comentarista de Fox News.

"Que los Obama estén siendo caracterizados en ciertos sectores como antipatriotas, por no decir ya como terroristas, es absurdo en mi opinión, y me pareció que describir el concepto lo mostraría como la ridícula propagación del miedo que es", ha declarado Blitt, quien en el 2005 firmó dos ilustraciones críticas con la actual Administración en esa misma portada. Su explicación fue ratificada por el director de The New Yorker , David Remnick, quien dijo que "no es una sátira sobre Obama sino sobre las distorsiones, ideas equivocadas y prejuicios sobre Obama".

FUROR Ni Blitt ni Remnick han logrado mitigar el furor y la avalancha de críticas. Miles de comentarios inundaban ayer los blogs (algunos asegurando que suspenderán su suscripción a la revista) y aunque algunas voces aisladas defienden la libertad de expresión sin límites y la inteligencia de los lectores de The New Yorker para identificar la sátira, muchos creen que puede provocar un grave daño, pues muchos ciudadanos verán solo la ilustración sin más explicaciones.

El propio Obama se negó a hacer comentarios. Su portavoz de campaña, sin embargo, emitió ayer un comunicado criticándola. "La mayoría de los lectores la verán como ofensiva y de mal gusto, y estamos de acuerdo", dijo. La campaña de John McCain se sumó a esa denuncia.