Quizá el desequilibrio mental de un joven de 22 años acabe explicando el tiroteo del sábado en Arizona que se saldó con 6 muertos y 14 heridos, incluyendo la congresista demócrata Gabrielle Giffords, objetivo del ataque. Sin embargo, EEUU se ha sumergido ya en el debate sobre qué papel ha jugado en la tragedia la radicalización del discurso político en los últimos años, en los que la retórica incendiaria vive su apogeo, alimentada por la polarización entre progresistas y conservadores y multiplicada por las cadenas todo noticias e internet.

Nada ha evidenciado más la crispación que la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y su reforma sanitaria. Donde antes se producían cruces habituales de dardos partidistas, es habitual el uso por parte de los más conservadores de términos como "traición" o "socialista" para hablar del presidente y de las políticas demócratas. Y desde el lenguaje hasta las representaciones gráficas de los conservadores --especialmente los ultras del Tea Party y figuras mediáticas como Glenn Beck o Rush Limbaugh-- han resucitado el imaginario revolucionario.

"Hay una necesidad de reflexión", analizaba ayer para la web Politico un senador republicano. "Lo que se consideraba excesivo cuando el atentado de Oklahoma se acepta ahora. Se ha producido una insensibilización". Abundan los paralelismos hoy con el atentado con 168 muertos que cometió en 1995 Timothy McVeigh. También entonces los republicanos tenían la mayoría del Congreso con un demócrata, Bill Clinton, en la presidencia. También entonces la polarización era rampante y había un fuerte sentimiento antigobierno. Si entonces Clinton tardó cinco días en denunciar a los comentaristas conservadores por haber "extendido el odio", el sábado, solo minutos después del ataque en Tucson, el debate había prendido.

Voces del partido republicano, pese a defender que el establishment y el Tea Party solo reflejan preocupaciones de ciudadanos, admitían ayer que en los próximos días será vital que los políticos demuestren que "el tono también importa". Y desde el Tea Party se apelaba a moderar el discurso."Hay que tener cuidado con lo que se dice", decía ayer Patrick Beck, presidente de un grupo del Tea Party en Arizona. Era una denuncia a representantes del grupo como Sharron Angle, que fue candidata al Senado por Nevada, o al lenguaje armamentístico que usan políticos como la controvertida Sarah Palin.

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