Ni frío sintieron al descender, algunos en camiseta, las escalinatas del avión que ayer les devolvió a España desde Haití, donde hace cuatro días era más fácil morir que sobrevivir para contarlo. Los primeros españoles rescatados del infierno aterrizaron al mediodía en la base aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, desconcertados y felices por estar vivos, aunque la suya fue una alegría que celebraron con lágrimas. Los repatriados ya conocen el olor insoportable de la muerte. Tan insoportable, como inolvidable, dijeron.

Los allegados empezaron a llorar antes de verles asomar del avión del Ejército. A pie de escalinata, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, besó, uno por uno, a los 31 repatriados --26 españoles-- sin entretenerse. Y tras el saludo oficial, los que pudieron corrieron en busca del calor familiar.

Eduardo del Campo, abuelo de las dos hijas de Carolina, ya advirtió antes de que llegaran sus chicas que la pequeña, de apenas un año, no come. "Está en estado de shock . La rescataron de las ruinas ensangrentada y cubierta de polvo, pero sin un rasguño. Todavía está atemorizada", contó la madre, cooperante en Haití y a quien el temblor le pilló en plena reunión en el segundo piso de su oficina. Como a tantos, el techo se le vino encima. El mismo techo que vio caer Ricardo Pérez, presente en la misma reunión que Carolina, e impresionado por las imágenes que ha visto estos días y que duda poder olvidar. De la oficina escapó junto a sus compañeros por un agujero que el temblor hizo en la pared del edificio. "Saltamos a la calle y descubrimos el horror", contó.

EL SONIDO DEL TERROR María del Mar, casada con un trabajador de la embajada de España, contó que tardó unas horas "interminables" en saber si su marido estaba vivo, porque el hombre tuvo que regresar a casa andando, sorteando cadáveres, heridos y ruinas, y sin poder detenerse ante la angustia que le empujaba no saber cómo estaría su familia. Pero para ella, las noches han sido lo peor. El olor persiste e irrumpe el sonido del terror: "Se escucha el ruido de las casas que se caen, y a la gente gritando por sus muertos".

De momento, dos de los muertos son españoles, el matrimonio formado por María Jesús Plaza Marchante e Ives Baltroni. La mediana de sus tres hijas, Sandra, regresó ayer porque sufre una insuficiencia renal y lleva días sin medicación. Su reencuentro con su tío José Carlos, hermano de su madre, fue conmovedor. Sus hermanas solo volverán con los cadáveres de sus padres. El resto de los 87 españoles localizados y a salvo, 61, han decidido quedarse en Haití, y solo se teme por la vida de una policía y una funcionaria.