La Semana Santa tuvo sus luces y sus sombras, en cuando a la climatología se refiere. No pudo salir el Santo Entierro, que es la procesión magna emeritense.

Hemos tenido lleno en los hoteles. Hemos batido récord en la visita al Museo Nacional de Arte Romano y Museo Visigodo. Se han hecho colas para entrar en los distintos monumentos arqueológicos.

Mérida ha vibrado con su Semana Santa y también han hecho su agosto los caramelos de la Mártir que la dulcería de Doña Bati, casi dos siglos de existencia, ha vendido para que se repartan en las procesiones. Los caramelos de Doña Bati es algo consustancial a la Semana Santa emeritense.

El sábado por la noche, después de la Resurreción, di el pregón de las fiestas de San Pedro de Mérida que celebra la festividad de la Virgen de la Albuera, allí con su alcalde Pedro Lanza, que hay que rescatar, no se puede perder un político de esta clase, con Rafael Angulo que como amigo y compañero nos acompañó y nos enseñó el camino. Di el pregón en la plaza del pueblo con reina, damas de honor y el pueblo congregado en la carpa que el ayuntamiento había puesto en la misma puerta del ayuntamiento. Una buena noche con amigos y una madrugada de tertulia. Toda una experiencia.

Mérida se ha levantado el lunes con resaca de Semana Santa y de caldereta de Domingo de Resurreción en Royanejos y los campos de la estación del Aljucén y muchos en las orillas del lago de Proserpina. Mérida sabe vivir una festividad que ya tiene sus siglos y familias enteras se congregan para pasar un día inolvidable.