Sin móvil en pleno siglo XXI. Para qué depender de un simple teléfono cuando hay tanto por hacer. Este razonamiento da buena cuenta de quien es Jimber, un artista polifacético y vitalista que entiende la vida desde la óptica del arte, la historia y los viajes. Con más de 450 cuadros y numerosas exposiciones a sus espaldas, el emeritense es todo un referente artístico.

-De trabajar en un banco a dedicarse de lleno a la pintura, ¿cómo se produce este cambio?

-Yo he pintado desde que era niño y siempre me ha gustado pero nunca lo había hecho en plan profesional. Trabajaba en el Banco Exterior de España hasta que me prejubilaron hace 19 años. Al final como que me obligaron un poco a que montara una exposición porque me daba vergüenza, pero en el año 2000 hice mi primera exposición individual y se vendieron todos los cuadros.

-Con las ventas se dio cuenta de que podría pagarse los viajes...

-Sí. Le he dado la vuelta al mundo con mis cuadros y cada vez que necesito dinero hago una exposición. Mis cuadros son muy atractivos y por eso creo que se venden muy bien, además los precios están tirados para el trabajo que hay detrás. Todos los cuadros tienen un precio por la firma de abajo, no por lo que pintas arriba. Si pones Picasso puedes poner el precio que te de la gana, pero si pones Jimber tienes dos posibilidades: ponerlo un poco caro porque eres un avaricioso pero no lo vas a vender o ponerlo a 100 euros y me voy a Grecia.

-¿Qué caracteriza a su pintura?

-Lo bueno que tiene mi pintura es que es una pintura muy libre. Puedo pintar lo que me apetezca y no trato de transmitir nada en concreto. El color siempre es fundamental y todo es color, siempre uso los colores puros y no pinto sombras, algo que es muy difícil. Mis cuadros siempre son vitalistas y muy alegres y no busco nada con ellos, eso lo dicen los pintores malos. El que tiene que sentir es la persona que ve el cuadro y tiene que ser el cuadro el que transmita a la persona.

-¿Por qué pinta en el suelo?

-Pinto en el suelo como los tíos que están en la calle. Me han regalado muchos caballetes pero no sé pintar con caballetes. Siempre he pintado en el suelo y es curioso porque cuando no llego al otro extremo le voy dando la vuelta al cuadro y pinto al revés.

-¿Qué me dice de Las Meninas?

-Estoy enamorado de Las Meninas. No sé lo que tienen que tanto me gustan pero son una maravilla. Siempre las pinto en mis cuadros y en las exposiciones es el primero que se vende porque tienen mucha éxito. He pintado a Las Meninas en el teatro romano o en medio del Amazonas porque cambio lo que le rodea.

-También le gusta la fotografía...

-Sí. La fotografía me gusta desde siempre y soy mucho mejor fotógrafo que pintor. La primera cámara nos la vendió el Banco Exterior de España y me costó 200 pesetas. Era una caja de cartón con un cristal delante, pero hacía unas fotografías cojonudas. Siempre tengo un ojo puesto para fotografiar todo lo que está pasando. Cuando estás pintando puedes pensar en que algo no lo vas a poder hacer, pero la fotografía al final es apretar un botón.

-Su vida no es solo arte, ¿por qué le gusta tanto la prehistoria?

-La prehistoria me gusta mucho porque no hay nada escrito y mi imaginación vuela más. Con Antonio Vélez en el ayuntamiento doné 6.000 piezas prehistóricas que había recogido del suelo a la ciudad.

-¿Cómo ve la cultura en Mérida?

-La ciudad ahora está muy bien a nivel cultural con muchos sitios para exponer. Un buen sitio son los pubs, pero la galería buena sería la entrada del Carrefour, porque antes de terminar el día habría vendido todos los cuadros.