Más allá de sus valiosas piedras y restos arqueológicos, Mérida cuenta con otro patrimonio: el legado de su historia contemporánea, de la que ha heredado cuadros, esculturas, documentos, vehículos tan entrañables como el mítico camión Hispano-Suiza de 1935 u objetos tan curiosos como la lámpara del salón de plenos del ayuntamiento. Todos estos bienes se han catalogado y publicado en un inventario que ha realizado la Delegación de Patrimonio con la idea de "protegerlos y salvaguardarlos". La mayoría están expuestos en las dependencias del ayuntamiento u otros espacios municipales y resultan conocidos a la vista de todos los emeritenses, pero otros están guardados en cajones y sótanos y la idea es sacarlos a la luz. Los bombos que se utilizaban para los sorteos de los quintos en el siglo XIX son un ejemplo. "En muchos casos no se trata de bienes de primer orden artístico, pero sí nos ayudan a entender la historia de Mérida", explica el delegado de Patrimonio, Félix Palma.

La lista, que se puede consultar en el portal de transparencia del ayuntamiento, incluye casi un centenar de bienes, en su mayoría cuadros. El más valioso es el retrato de Fernando VII que se encuentra en el salón de plenos. Es obra de Vicente López, pintor de cámara de este rey y uno de los destacados a nivel nacional en la época neoclásica. El retrato de José Ramón Mélida firmado por José Pinazo o el cuadro de Santa Eulalia que preside el pleno municipal, obra del pintor extremeño Eugenio Hermoso, también resaltan entre los bienes de la lista.

Más allá de los lienzos, Palma hace mención especial al pendón que se elaboró en 1905 con motivo de la visita del rey Alfonso XIII a Mérida, expuesto en la antesala del salón de plenos, o el mobiliario del antiguo hospital San Juan de Dios. Asimismo, el inventario incluye esculturas de Juan de Avalos, muebles y objetos decorativos singulares (entre ellos la lámpara y los apliques luminosos de bronce y vidrio del salón de plenos), el escudo de la ciudad que está colocado en la escalera de acceso a la Alcaldía o los documentos de la Unesco que acreditan a Mérida como ciudad patrimonio de la Humanidad.

Tras elaborar el inventario, según Palma la idea es rescatar todos los bienes que no se encuentren ya expuestos al público y colocarlos en el museo municipal del Costurero o en otros espacios públicos a la vista de todos.