Cascarilla anda cabreado con Pelín porque en una entrevista en exclusiva (soy el único que puede entrevistarle, solo se me aparece a mí y quizá a Angelito el Chinche) me confesó ser el máximo goleador de Los Romanos, el histórico, venerable, ejemplar y desaparecido equipo de fútbol de Mérida del siglo pasado.

Pelín dice de sí mismo que su juego tenía el extravagante encanto del delantero centro torpedeador. Cascarilla le tilda de delantero sí, pero «correrizo» y que rara vez acertaba con el agujero (hace un símil sobre agujeros negros como con pelo que prefiero no reproducir). Ambas categorías, torpedo y corre-que-te-centro, están en desuso en el fútbol moderno (si es que alguna vez existieron) pero brillaron a gran altura balompédica (me sigue sonando raro, como a flato posterior) en los partidos que se jugaban en el Circo (entonces Hipódromo) Romano en la década de los 40.

De todas las Méridas de Mérida aquella época fue gloriosa por sus penurias, posguerra incivil, hambre y furtivos, conejos como liebres y ranas como lagartos, emergente y divergente a la manera emeritense. Aquella Mérida era global (casi como ahora), inquieta, limpieza y sucia, oscura e iluminada (va por tí, hermano), confusa y clara, adoquinada y marmórea, con menos trepas que ahora (¡Dios mío que listas electorales tan patéticas e ignotas!), revoltosa de gaseosa y sifón, cebada de gavilán y águila, soñadora y con fugaces pesadillas, ordenada por los romanos y desordenada por los árabes (y más por nosotros).

Una Mérida que enseñaba a sus hijos, nuestros abuelos y bisabuelos de nuestros hijos, a pelear apretando los dientes por salir adelante porque la diosa Fortuna no frecuentaba el Teatro Romano desde comienzos de siglo y la vida entonces (y ahora) parecía un engaño manifiesto (repito lo de las listas electorales) del que se salía los domingos a base de balonazos. Y en eso Los Romanos eran punteros, pues las pocas veces que eran derrotados entonaban como un salmo a los perdedores «porque algún día ganarán». Me parece que es el mismo salmo que ahora mismo están rezando algunos. La columna que viene les cuento los de Los Romanos (si Dios y Paco Gijón, el de las bragas, quieren).