Los orígenes del Centro Universitario Santa Ana se encuentran en una humilde cooperativa avícola que destinaba sus beneficios a obras sociales en vivienda, enseñanza y cultura. Era una de las primeras cooperativas que comenzaba su andadura en la región, pues hasta entonces ese sistema no era conocido. La cooperativa cultural fue el germen de un proyecto que se adelantó incluso a la propia gestación de la Universidad de Extremadura. En la actualidad, un completo equipo humano, de docentes e investigadores, conforman el Centro Universitario Santa Ana, dinamizador de la actividad cultural extremeña y un proyecto educativo a todas luces "imparable".

Carmen Fernández-Daza, directora general del centro y coordinadora de todas sus múltiples secciones, explica que actualmente sólo se ha conseguido ejecutar el 15 por ciento del proyecto que Mariano Fernández-Daza tenía en mente, según él mismo manifestó. "Yo creo que un poco más, porque era un hombre tremendamente humilde. El afán de superación, de generosidad y la entrega a los demás fueron sus características, además de la sencillez", explica.

La Cooperativa Cultural Santa Ana surge porque en aquellos difíciles años la alfabetización era prácticamente inexistente y había núcleos diseminados rurales con hijos de pastores y jornaleros, o niños que se habían quedado en zonas aisladas y que sus padres habían emigrado. Muchas mujeres trabajaban en la cooperativa sin formación. Al marqués de la Encomienda le dolía que aquellos extremeños no pudieran tener acceso a la educación y estaban en situación de desamparo educativo. Se creó así una sección dedicada a la construcción de viviendas de carácter social y el centro educativo, con un bachillerato nocturno para trabajadores, una escuela-hogar y transporte escolar, así como una Escuela Normal de Magisterio. La fuerza del proyecto inicial era tan grande que en el curso 1966/67 ya acogió el Colegio Reconocido Superior Nuestra Señora de la Piedad, el colegio más antiguo fundado en Extremadura (1878). La Escuela Hogar Santa Ana arranca en 1969, con una capacidad para 250 alumnos en régimen de internado, especializada en muchachos de zonas alejadas de los centros de formación. El transporte escolar se organiza por primera vez en la historia de Extremadura para que esos alumnos pudieran asistir en régimen de media pensión.

"El fundador era absolutamente consciente de las necesidades y carencias de aquella época. Según me contó una de las personas que trabajaron en la Cooperativa Santa Ana, él sufría muchísimo porque al recibir la nómina los jornaleros firmaban con su huella dactilar. Sabía perfectamente la falta de escolarización que sufrían los niños en los campos de los años de la posguerra. Creía que una persona no podía ser libre si no tenía acceso a la educación", explica Carmen Fernández-Daza.

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