TLta XXIX edición del Festival de Teatro Clásico de la localidad rayana bajó el telón hace ya algunos días, pero las noticias sobre el balance y otros, al día de hoy se siguen produciendo. Me causó curiosidad la opinión sobre alguna de ellas de un aficionado internauta recién aterrizado por este veraniego evento.

Al parecer un gran aficionado a las artes escénicas, su primera noche de magia alcantarina, y asiduo previamente a Mérida, Cáceres, Almagro u Olite. Hacía bastante incapié en su grata sorpresa de que en un pequeño pueblo de la Alta Extremadura hubiese tanta calidad artística y a la vez, a modo de queja, tuviese tan poca valoración por parte del propio pueblo, añadiendo además que dicho certamen se encuentra fuera de los grandes circuitos culturales.

De lo primero, poco que decir, porque de compañías participantes con veinte, treinta y más años de experiencia, plagadas de premios nacionales y prestigiosos centros internacionales de investigación al efecto, solo cabe esperar ya calidad, calidad y más calidad, con independencia de gustos o preferencias. De lo segundo, por descontado, en total desacuerdo. Dejaba bastante entrever sin duda que era esta su primera aparición por la zona.

Aunque esto no lo cuestionase en la web, es posible que el mismo opinante aficionado se plantease a su vez (cosa que hemos hecho no pocas veces algunos) los porqués de este ya exitoso cultural evento. Sin haber faltado a ninguna de sus casi ya treinta ediciones de existencia, estos son algunos de los míos: el inconfundible cielo agosteño estrellado extremeño como techo del anfiteatro, el marco incomparable de la galería Carlos V del Conventual de San Benito, la implicación desde los primeros años en la participación callejera de los vecinos, el acierto del gobierno municipal entonces en construir un amplio y semicircular graderío y el buen hacer de quienes han tenido responsabilidades en su dirección técnica, artística o estructural, son sin duda algunas de las "culpables" circunstancias.

XEL TEATRO,x más aún si es clásico, no es simple verlo, no es fácil entenderlo, si no hay una predisposición mental para disfrutarlo. Es ahí donde radica la clave epicéntrica de este éxito. Mil veces se ha escuchado salir de sus bocas la palabra tostonazo a no pocos primerizos asistentes, viéndoles después por el graderío año tras año. El entorno, el silencio, la paz nocturna solo fragmentada por las aves en las torres anidadas, la temperatura descendendiente tras bochornosos y bulliciosos días de agosto, el tono perfecto para la palabra precisa, la intrínseca condición humana del aprender y conocer, o el compartir una noche de vacacional encuentro en esos días con familiares y amigos, son tan "solo" el resto de algunos de sus ingredientes.

He tenido la oportunidad de charlar con no pocos actores, algunos consagrados, otros con muchas ganas hacerlo. Todos se manifiestan bajo el mismo denominador común: no aciertan a explicar el porqué, pero todos sienten, subidos en las tablas alcantarinas, una motivación tan extra como diferente.

XCADA EDICIONx aumenta el público que decide dar el paso y se acerca hasta la localidad para asistir, en algunos casos, por primera vez a un desconocido evento. Gran parte del mismo manifiesta darlo no exento de recelo pero seguro de que el viaje nunca será una pérdida de tiempo. De no cubrir la expectativa, siempre queda la grata (y obligada) visita a su afamado puente, el cual, en el peor de los casos, si que no deja nunca a nadie indiferente. Milenario puente, por otro lado, apostado, impertérrito siglos hacía ya a escasos metros del escenario, cuando allá por los ochenta, 'los clásicos' entraron en escena para quedarse, esperemos, que como El Puente, para siempre.

Prueben, si aún no lo han hecho. Repitan si ya lo hicieron, "los teatros son el termómetro de los pueblos", dijo el crítico Mariano de Larra allá por el siglo XIX. Alcántara está "muy caliente".