WLw a Autoridad Nacional Palestina (ANP) no se detiene en su camino para ser reconocida como Estado. En septiembre tomó la vía directa y llegó al corazón mismo de la ONU aun sabiendo que no habría resultado ni inmediato ni positivo en el Consejo de Seguridad. Ahora transita por las agencias periféricas del sistema de Naciones Unidas y se acaba de apuntar el tanto de la Unesco, que la ha admitido. La reacción airada y en tono amenazante de Israel a este espaldarazo internacional al reconocimiento de Palestina entra en la perversa lógica del conflicto que les enfrenta desde hace más de seis décadas. Por el contrario, deberían mantenerse fuera de esta lógica países como EEUU, Canadá o Alemania, que en París, con su voto en contra, negaron a la ANP la integración en el organismo multilateral. Es más, que EEUU retire su aportación a los fondos de la Unesco porque una ley de los años 90 le obliga a suspender toda contribución económica a cualquier organismo de la ONU que admita a Palestina, demuestra dos cosas. La primera es el total sometimiento de la Administración de EEUU a los intereses de Israel. La segunda, el cinismo de la diplomacia estadounidense, a la que nada le impide compartir foro con las grandes dictaduras del planeta, pero no con Palestina.

Que la ANP ingrese en la Unesco no va solucionar el conflicto, ni posiblemente acercar su final. Pero es un recordatorio ante el mundo de que urge una solución.