Ruido, mucho ruido para reflexionar sobre la posición de España en los Balcanes. El anuncio de la retirada de tropas de Kosovo suponía un perceptible error en la forma, pero también un claro acierto en cuanto a la decisión. Pero, ante tanto alboroto, tanta frase rotunda y tanto ruido de navajas (incluidos medios próximos al partido gobernante), poco se ha razonado con argumentos y ecuanimidad sobre el papel de España en los países de la ex-Yugoslavia.

Mantenida con hilos la unidad bajo el mando de Tito , tras su desaparición y la disolución del comunismo surgiría el horror de la guerra. Aunque la diversidad de razas, culturas y religiones en un pequeño espacio no sea nuestro caso, debemos recordar que la espoleta fue un nacionalismo exacerbado que pretendía negar el pluralismo y marginar más a las minorías. Todos los nacionalistas radicales (españoles, catalanes o cualesquiera) deben tener claro que los patriotismos exacerbados y excluyentes pueden ser muy nocivos.

En el caso de Serbia, esto se llevó a las últimas consecuencias, y Milosevic empleó las armas para imponer su nacionalismo. En el corazón geográfico de Europa se producía una masacre y las instituciones comunitarias fracasaron rotundamente. No se reaccionó ante la tragedia hasta que fueron miles quienes murieron y millones los necesitados de la ayuda humanitaria. Olvidamos que allí mismo, con el magnicidio de Sarajevo, saltó la chispa de la primera guerra mundial.

XESTADOS UNIDOSx se implicaría y la involucración del mejor Bill Clinton fue decisiva. Los acuerdos de Dayton crearon unas entidades con notables complejidades (como la distribución en tres partes administrativas de Bosnia-Herzegovina) pero también con una paz que parece estable. Tras los bombardeos de 1999 para frenar el genocidio que estaba llevando a cabo el Ejército serbio, el papel de los Estados occidentales fue evolucionando, y pasaron de ser garantes de paz a prestar labores humanitarias. En zonas muy castigadas, el trabajo de las tropas fue mayor. En una visita a Bosnia en el 2007, pude apreciar el afecto de la población por el contingente militar español en Mostar. Incluso se dio el nombre de plaza de España a una de las más importantes de una ciudad en la que, todavía ahora, abundan los edificios, en zonas céntricas, con enormes boquetes causados por las bombas.

Ya se había desgajado del tronco Eslovenia que, tras su incorporación a la Unión Europea, ejerció la presidencia de esta hace un año, y fue sucesiva la creación de nuevos cinco Estados. El último era la desmembración de Montenegro, en mayo del 2006, con lo que Serbia perdió su salida al mar. Hace un año, otra amputación, más dolorosa, fue Kosovo. En todo caso, no fue conforme a Derecho. La separación no solo fue respaldada, sino impulsada, por EEUU. Algunos ya entonces advertimos que la secesión, más que ser una solución, era un problema. Meses después, Rusia invocaría este precedente para alentar --incluso militarmente-- los secesionismos de Osetia del Sur y Abjasia en territorio de Georgia. El apoyo y comprensión del Pentágono con el presidente Saakashvili, cuando el 7 de agosto intentó ocupar Osetia, era otro error. Todos los cometemos.

Volviendo a otro territorio congelado tras la guerra fría, Kosovo, habría que reflexionar sobre la misión de la comunidad internacional tras la pacificación. Aunque la mera presencia de tropas internacionales puede ser disuasoria de cualquier tentación, los riesgos de conflicto bélico allí son mínimos. De hecho, la labor del contingente español (con siete fallecidos por accidentes de tráfico) era exclusivamente humanitaria: construcción de escuelas, hospitales, etcétera.

La misión del Ejército allí estaba concluida. Más aún siendo España uno de los Estados que no reconoce la independencia de Kosovo. Pero si hubiese anunciado la retirada entonces, el Gobierno español habría sido acusado de otra afrenta más a los designios del Imperio (todavía estaba Bush ). Fue bueno entonces mantenerlo.

Ahora, el Ejército español debe regresar y ser enviado donde sea más útil. El acierto en esta decisión se conjugó con el error en el modo de gestarla y anunciarla. Los fallos que por precipitación se produjeron deben servir para aprender que, en las relaciones internacionales, el diálogo y las formas tienen gran valor. Más aún desde el multilateralismo. Lo acontecido revela que uge una ley de acción exterior que fije los canales mecanismos de actuación que aquí faltaron.

Así como erró como ejecutora de una decisión superior, la ministra Chacón tuvo el gesto (muy poco frecuente en política) de reconocer en el Senado que algo no se hizo bien, al admitir "equívocos". Después hablaría, para aclararlo, con el secretario general de la OTAN y el secretario de Defensa de EEUU. Aquí, más allá de la legítima crítica, incluso algunos que compartían el fondo de la decisión se olvidaron de esto magnificaron el error, procurando que transcendiese.

Reconducida la situación y aclarado que nuestro Ejército dejará Kosovo, pero de modo escalonado y en coordinación con los aliados, nos quedará pendiente implementar desde España la ayuda humanitaria civil y la cooperación al desarrollo en la zona (inexistente en nuestro Plan Director de Cooperación), traducida en contribución para el fortalecimiento institucional y democrático en los países de los Balcanes, incluido Kosovo.

*Expresidente de la Comisión de

Derechos Humanos de la OSCE.