La semana pasada ponía la luz en el inicio de curso, en las nuevas etapas que abríamos en septiembre. Hoy, si pudiera acompañar el mismo texto, lo haría añadiendo un deseo o una intención que primase para todo el curso, y lo haría teniendo en cuenta lo acontecido en esta semana, ese lema sería, sin ninguna duda, el bien común. Un lema tan simple pero tan contundente, tan limpio, tan generoso y tan importante que quizá no debería ser un deseo sino una realidad, pero lo que se ha evidenciado es que algunos partidos políticos de nuestro país, se han olvidado de ello, de ese objetivo, de eso que los servidores públicos jamás deberíamos olvidar.

Permitidme que repita algunas de mis palabras en el Día de Extremadura donde decía como España, de nuevo, había entrado en una densa niebla, donde todo el mundo estaba poniendo cordones sanitarios, consideraba oportuno alertar de como amenazaba a los pilares básicos de nuestro Estado, y veríamos si este gran país estaba dirigido por grandes políticos o solo es un vasallo que no goza de buen señor, citando al clásico español.

Mi deseo, ese día, fue que España, tras 40 años de Constitución, aspirara a que los partidos políticos pudiesen llegar a acuerdos de gobierno esenciales para evitar estancamientos que supongan un alto coste para el país. Si fuéramos capaces de ello, podríamos decir que la Constitución ha cerrado el círculo y como en las grandes democracias, cuando los intereses de un Estado requieren pactos, lo primero es el país.

El Partido Socialista Obrero Español fue capaz de poner el bien común por encima de cualquier otro y se abstuvo para evitar unas nuevas elecciones y someter al país a una mayor inestabilidad. No pidió nada a cambio.

Poco tiempo después, con mucho esfuerzo y teniendo en el centro de su trabajo a la ciudadanía para resolver sus problemas y elaborar un proyecto con esperanza e ilusión de futuro para el país, ha sido el partido elegido mayoritariamente en las Elecciones Generales de 2019.

No pretendo que se den lecciones a nadie, pero sí me gustaría que todos los partidos fuesen como el PSOE, capaces de pensar en ello, en el bien común. Dicen, en algunos lugares, «todos son iguales». Se ha demostrado quienes en momentos difíciles trabajan por el bien común y quienes ponen por encima de todo los intereses partidistas.

* Filóloga y diputada del PSOE