Isaiah Berlin puso en circulación la distinción entre erizos y zorros, que ya se encuentra de forma embrionaria en Arquíloco: "El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una muy importante". A partir de ahí, Berlin clasifica a un buen número de pensadores y autores de todas las épocas. Unos se diseminan e iluminan territorios amplios, sin sistema, como los zorros. Los otros parten de un principio único. Platón, Dante y Nietzsche son erizos. Aristóteles, Shakespeare y Joyce son zorros. Según Berlin , Tolstoi era un zorro, pero creía que era un erizo. Quizá ocurre que Tolstoi y el propio Berlin son zorros con alma de erizo. O al revés.

Las divisiones sobre la naturaleza humana tienen eso, que no siempre son nítidas, a pesar de que resulten diáfanas en los dos extremos. Los bonobos constituyen sociedades poco jerárquicas. Los chimpancés, al contrario, establecen jerarquías rígidas, pirámides feudales donde los de arriba tienen preferencia en el acceso a los alimentos y a las hembras. Doble premio pues --comer mejor y reproducirse más-- para los individuos que están en los peldaños más altos de la escala social. En casa de los chimpancés son permanentes las luchas, las alianzas, las traiciones, las asociaciones también, pero siempre entre machos y con el objetivo de escalar poder.

XLOS BONOBOSx, en cambio, se asemejan más a los hippies . Hacen el amor y no la guerra. Viven y dejan vivir. Los machos van a lo suyo, mientras que las hembras se unen para proteger mejor a las crías y controlar los alimentos. La clave de la bondad y felicidad de esos primates se encuentra en la estrategia reproductiva y sexual. Los machos bonobos no tienen que competir entre ellos como los chimpancés para disponer de las hembras por la sencilla razón de que siempre hay muchas de ellas disponibles. El acoplamiento entre machos o entre hembras es también habitual, casi tanto como los abrazos entre humanos. Los bonobos disfrutan de un matriarcado de tipo colectivista.

En contrapartida, los chimpancés machos son más activos y competitivos que los bonobos. Los chimpancés son maquiavélicos, a menudo más que los humanos. Los bonobos muestran buena fe y aunque se enfaden o se peleen la reconciliación es rápida y, como hemos observado, gratificante.

Así como las personas con más capacidad intelectual se reparten entre erizos y zorros, la humanidad se divide en bonobos y chimpancés. En principio, por naturaleza, somos chimpancés, pero la cultura y el desarrollo de las sociedades deja espacios al desarrollo del bonobo. El triunfo de los guerreros abre paso a los artistas, el éxito de los constructores, al placer de los hedonistas. Los chimpancés humanos viven para dominar. Los bonobos humanos solo pretenden vivir lo mejor posible. Los chimpancés no tienen nunca bastante. Los bonobos son los encargados de decir basta. Los chimpancés ocupan el centro del espacio social y le imprimen el rumbo a su conveniencia. Los bonobos ocupan los márgenes, pero no tienen vocación de marginados. Los chimpancés han hecho la historia, pero cada vez hay más bonobos entre los encargados de escribirla. Las mujeres serían más bonobos si no obligaran a los hombres a hacer de chimpancé.

Por lo que se sabe, Dominique Strauss-Kahn es un chimpancé alfa muy poco evolucionado. No es el único. Cada vez habrá menos. Barack Obama se presenta como bonobo (y quizá lo es en la vida personal), pero en la actividad política, y más aún en la guerra, actúa como un chimpancé.

Los que se instalan estos días en las plazas son bonobos con vocación de bonobos. Si hubieran leído un poco, quizá pondrían en el Twitter o en las pancartas lemas como La libertad total de los lobos es la muerte de los corderos , o bien Que no se nos deje de lado del todo a la ligera , las dos sin salir de Isaiah Berlin, y encima escritas hace medio siglo. Este es el sentido de las protestas. Por mucho que duerman en las plazas, la democracia no cambiará ni deprisa ni en profundidad. Tampoco el sistema. Mucho se habrá logrado si se pone de nuevo un poco de freno a los chimpancés desatados que están detrás de la crisis. De momento, las finanzas mundiales siguen dominadas por ellos.

Puestos a otear el futuro, es posible que tan solo existan dos caminos. Uno, el que conduce al abismo, la catástrofe, el colapso y la destrucción general. Dos, el que incorpora cada vez más a elementos de bonobo en el mundo de los chimpancés, sin aspirar a un imposible mundo de bonobos. Tengamos presente que en las clases populares también existe una amplia mayoría de chimpancés, si bien con poco éxito.

Lo que ha ocurrido estos últimos 10 años, y por eso estamos como estamos, es que los más ávidos de los chimpancés de la cima de la pirámide, principalmente americanos, han conseguido deshacerse del control de los bonobos para quedarse con una parte exagerada de los recursos disponibles. Lo peor de todo es que esas riquezas de más no les hacían ninguna falta a los acaparadores de la abundancia.

Europa, a pesar de todo, sigue siendo el mejor lugar para recordarlo. Para dar ejemplo de equilibrio.