La vicepresidenta Elena Salgado no es partidaria de que haya cargos políticos en las Cajas de Ahorro. En consecuencia, que legisle y elimine la representación política de los órganos de estas entidades. Los políticos, y más con la que está cayendo, tienen muy mala prensa y toda teoría que pretenda reducir su parcela de poder cae en suelo fértil. Pero a los responsables de las instituciones y de los partidos debería exigírsele que no se colocaran detrás de cualquier bandera, sino que tuvieran una posición fruto de la reflexión e igual para todo el territorio, con independencia de si se está gobernando o en la oposición. ¿Actúa igual con respecto a las Cajas el presidente del PP en Extremadura, José Antonio Monago, jefe de la oposición, que Alberto Núñez Feijóo o Esperanza Aguirre, presidentes de Galicia y Madrid? No. El primero enarbola la bandera de la expulsión de los cargos públicos de las Cajas; los segundo, quemarían esa bandera. Que ha habido Cajas, muy politizadas, que acabado en desastre? Sin duda: ahí está Caja Castilla-La Mancha. Pero nadie negará que los responsables del desastre financiero mundial han sido "profesionales apolíticos". Por tanto, de todo hay, por lo que antes de cualquier decisión habría que estudiar, sosegada y consensuadamente, qué hacer con los políticos y las Cajas. Al menos, para no dar oportunidades a la demagogia.