C ómo alguien que sólo había ido seis meses a la escuela, pudiera haber aprendido tanto. Cómo es posible que alguien que nació en esa época, pudiera ser una avanzada en nuestro tiempo y educar sobre las claves del éxito de hoy. Cómo es posible generar esa fascinación tan transversal en todo aquel con el que se cruzaba. Cómo alguien pudiera tener tanto talento creativo y no tener ambición de reconocimiento. Cómo es posible haber dado tanto confort con tan poco. Cómo alguien que había tenido que sufrir tanto durante su vida no albergase una pizca de rencor. Cómo alguien pudiera ser tan respetada por aquellos a los que enfrentó. Cómo el único defecto puede ser el exceso de amor.

Digo es, pues está aquí, cuanto menos estás en mí. Desde que me bañabas en la pila del lavabo tu mano está detrás del qué y el cómo. Estás en todo lo que me despierta interés, en todo lo que amo y en aquello por lo que trabajo. Hasta el simple hecho de que se me ocurriera homenajear tu memoria a través de este periódico es prueba de que, un día más, tú mano está detrás de mí. Con el tiempo entendí que no me eligieras como tu ojito derecho, era una estrategia más para quedarte en mí, puesto que tú tampoco lo fuiste para los tuyos. No llevaré tu apellido pero estoy caladito de tus genes.

Si bien, hay otras cosas que ya no puedo recuperar de ti. Ya no puedo recordar tu olor, sentir tus caricias, tocar tus rodillas, abrazarte por la espalda, escucharte decir --mi niño--.

Por tanto, aprovecho para desvelar, a aquellos que no lo saben, que la vida que llevo hoy, esta vida, y todo aquello que logre, no me pertenece, que tan sólo estoy de prestado. Y que seguiré soñando con el día que alguien me diga que salgo a ti.

Por todos los nietos que debemos esta vida a nuestros abuelos.