Profesor

Uno sabía que a la gente le da por la moralina y no para de adjetivar comportamientos, sucedidos y hasta pensamientos con las palabras bueno o malo.

Y se encuentra a la moralina en todas partes. Te la encuentras hasta en el sistema métrico decimal, pues la decencia, al parecer, está en relación con los centímetros de una falda o de un escote. No menos sorprendente es encontrarla en la aritmética, porque de todos es conocida la mala fama del 69. ¿Por qué el 69 y no el 22? O el 11. Y no digamos la buena fama de la que goza el 15, que no se sabe de dónde sale lo de la niña bonita, pues no debe referirse a la edad, ya que las niñas son bonitas a cualquier edad. Pero lo que no espera uno es encontrarse a la moralina en la geometría.

Resulta que hay círculos viciosos. Por eso Descartes, que era un fiel creyente, se dedicó a la geometría analítica, que usa solamente incógnitas y de la vida moral de la X o de la Y nadie ha dicho nada, al menos por ahora.

Uno conocía los triángulos viciosos, al parecer muy frecuentes en ciertos ambientes y que han dado origen a muchas famosas películas que suelen acabar con los tres protagonistas hechos un lío de órdago hasta que uno se suicida o le meten en la cárcel. Pueden ser isósceles: ella, él y la amante; ella, él y el amante; ella, él y el amante de él; ella, él y el amante de ella. También los hay equiláteros: ella, ella y la amante; él, él y el amante de uno de ellos. Y por saber los hay incluso escalenos: ella, él y lo que caiga. Tengo entendido que resultan muy caros.

Tampoco te pueden extrañar los cuadrados viciosos. El y ella, otro y su ella y el intercambio. Incluso hay un polígono de innumerables lados que es muy vicioso. Muchos ellos y muchas ellas y sorteo de parejas. En estos dos casos es necesario saber elegir la pareja con la que vas a intercambiar para no hacer el imbécil. No me extraña que haya integrales viciosas, porque puestas a mala leche hay muchas. Y no se sabe si hay parábolas viciosas, pero como el profesor de matemáticas es casi siempre un cabronazo...

Por más vueltas que le doy no encuentro el vicio del círculo vicioso. Acaso consista en autosodomizarse, algo muy improbable a no ser que se haga muchísima gimnasia. Claro que como la línea que cierra el círculo, la circunferencia, es indefinida, no acaba nunca; en otros tiempos podía referirse al matrimonio.

Si uno olvida los malos ratos que le proporcionó el Latín y rebusca en la memoria estará dispuesto a encontrar alguna relación con la tangente por aquello de tangere, que hay que ver lo malo que era tangere (tocar por si lo has olvidado). Tanto si tangías lo tuyo como si te dedicabas a tanger lo extraño, que por cierto era muy difícil. Claro que pensándolo bien los ombligos suelen ser redondos y quizás ahí esté la cosa. O en lo de las camas redondas. ¡Ya está! Se refiere a las rotondas de tráfico. Que hay que ver el vicio que les ha entrado a los alcaldes con las rotondas.