Periodista

El rey de Marruecos reacciona con años de retraso a la vergonzosa tragedia de las pateras. Hubiera podido hacerlo cuando se le pidió por activa y por pasiva que ordenara a la Marina Real, a las fuerzas de seguridad y al Ejército que pararan la masacre. Pero ha tenido que producirse la muerte de una treintena de personas, hace dos semanas, para que tomara cartas en el asunto.

Ahora se trata de comprobar si la nueva policía contra las mafias de la emigración neutralizará este negocio infame y detendrá a sus promotores, que los hay a un lado y otro del Estrecho.

Hasta ahora el Gobierno de Rabat ha preferido hacer oídos sordos cuando se le proponía colaborar con España en la detección, detención y salvamento de víctimas. ¿Hemos entrado en una nueva era? ¿Será posible?