XLta fauna política es muy variopinta. Existen aves rapaces de distinto pelaje, algunas águilas, halcones y muy pocas palomas. Si acaso mensajeras. Abundan las fieras y no digamos los zorros. Tampoco escasean las lapas, tan inteligentes como para saber a quién hay que pegarse, pero destacan el elevado número de lamelibranquios y otras especialidades del lamer. Por haber, hasta hay delfines, que son unos animalitos muy simpáticos, juguetones y dóciles. Una de sus mayores hazañas consiste en pasar por el aro. Naturalmente estas destrezas no las han desarrollado ellos solitos, sino que se las ha inculcado un ser muy superior a ellos a través del método de ensayos y errores. Si cumplían sus órdenes les obsequiaba con unos pececitos. Unas veces les hacía comer en su propia mano y otras se los arrojaba al aire para que demostraran su agilidad. Y ellos tan felices.

¿Cómo descubre uno que tiene vocación de delfín? García Lorca sabía desde pequeñito que iba a ser dramaturgo porque hacía representaciones teatrales con sus hermanitas y amiguitos. Yo, desde pequeño, fui monaguillo, pero hube de abandonar los hábitos porque pronto fui consciente de que nunca llegaría a ser obispo de Seo de Urgel, que es el mayor trauma de mi vida. ¿Qué querencia debe tener uno desde su más tierna infancia para saber que quiere ser delfín? Quizás el ser obediente, no hacer nada por sobresalir, no demostrar impaciencia, saber estar donde hay que estar y saber no estar donde no se debe estar. Una mezcla de águila, lapa y lamelibranquio.

Esto de los delfines políticos es muy complejo. En las monarquías los deciden los genes y por eso hay gente que nace con aspecto de delfín y la seguridad de que sustituirá a su adiestrador. En las dictaduras los delfines también se deben a un acto de la naturaleza: se nombran por cojones. ¿Y en las democracias? En las democracias nos dicen que no existen los delfines, pero la experiencia se encarga de demostrar lo contrario. La historia está llena de ejemplos, pues parece que todo gobernante no se realiza del todo si no nombra a su sucesor. Pero centrémonos en nuestro país. Si Fraga nombró a Aznar, Aznar nombró a Rajoy. Felipe quiso nombrar a Solana, pero se lo chafó la OTAN en venganza quizá por haber enredado con aquello "entrada no". Luego nombró a Almunia, pero le salió Borrell, que es un ejemplo de zorro plateado. Pero, como en Caperucita, ganaron los lobos. La situación requería un remiendo y nada mejor que un Zapatero.

¿Y en Extremadura?, se preguntará el lector. Bueno, pues en Extremadura a mí me parece que ni hay delfín ni se le espera en mucho tiempo. Porque, vamos a ver. ¿Es posible que un animalito como el delfín pueda llegar a sustituir a su adiestrador? Mas como hay que prever el futuro, a lo mejor está ahora en tercero de ESO. Pero llegado el caso existirá en el lugar en el que existe la verdadera realidad: en la mente divina. Porque todo lo demás, no es ni siquiera virtual. Es pura imaginación.

*Profesor